Demasiadas agresiones en ciento y pico días. La de la reducción en 65 millones de euros de las partidas para las subvenciones al transporte aéreo y marítimo de pasajeros no tiene por qué traducirse de inmediato en una pérdida del 50% de indemnización que reciben las compañías aéreas por cada residente archipielágico, ultraperiférico o no. Pero coincide peligrosamente con un brutal encarecimiento del 77% del precio de los billetes tras el traumático cierre de Spanair. Y el encarecimiento supone que las subvenciones se incrementarán notablemente hasta el límite de su agotamiento. La pregunta entonces se convierte en inevitable: ¿garantiza el Gobierno que cuando se acabe esa partida se incrementará de modo suficiente para cubrir el compromiso? Porque es muy difícil confiar en un Gobierno que se contradice cada viernes cuando reformula ante los ciudadanos sus propuestas electorales y sus posicionamientos de hace menos de un año, cuando desde la postura de irresponsable y comodona oposición que adoptó cuando España entraba en su primera recesión no hacía otra cosa que descalificar las medidas que ahora abraza en sus dimensiones más desproporcionadas.