La alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria ha ejercido su autoridad en este mandato del modo que la ley y el orden le permiten. Y sus propias capacidades, que también cuentan lo suyo. Ese modo de mandar lo ha aplicado con quien le ha estorbado, con quien ha osado discrepar por encima de los límites permisibles, y hasta con quien fue su amigo de la infancia y la juventud. También ha discrepado con cargos ejecutivos no políticos, como es el caso del inspector jefe de la Policía Local, Javier Henríquez, fichado para ese puesto por su antecesor en la alcaldía, José Manuel Soria. Luzardo no soporta a Henríquez y es más que probable que la falta de cariño sea recíproca. Y como no puede ponerlo de patitas en la calle, que es lo que realmente deseó siempre, ha tratado de ir poniéndole cortafuegos. Primero al director de Seguridad, Luis Molina, y ahora creando tres nuevas plazas de igual rango al suyo para dispersar aún más la autoridad del jefe maldito. Los nuevos inspectores jefe de la Policía Local, unos con más méritos que otros, son Zenón Sánchez, Rosa Rodríguez Arteaga y Carlos Saavedra.