A la hora de publicar esta sección, cuando el viernes estaba a punto de echar el cierre, todo estaba listo en un nuevo, lujoso y ya afamado hotel de Meloneras, en San Bartolomé de Tirajana, para recibir la visita de dos ilustres visitantes de la política local. Tenían prevista su llegada por separado, y aunque era información reservada, se esperaba que uno acudiera en coche oficial y el otro en su vehículo particular. La dirección del hotel se afanaba por tener listos todos los detalles, tanto en recepción como en las dos suites reservadas para la ocasión. Lo malo es que nadie advirtió a los responsables del hotel que era conveniente colocar a ambas personalidades en aposentos bien distantes que les evitaran coincidir en todo momento. Sin embargo, tenían asignadas habitaciones casi contiguas. Veremos cómo se las ingenian en un puente tan largo y si se ponen de acuerdo con lo del istmo.