La versión contraria que circula en el Puerto de la Cruz, lanzada por el entorno del presunto agresor, no deja muy bien parada a la agredida, de la que se llega a decir que provocó un montaje para chantajear al concejal del PP. No casa mucho con los hechos esta versión porque, de haber sido así, la víctima habría presentado denuncia y no habría dicho a la Policía que renunciaba a ese derecho a sabiendas de que, por las influencias de su pareja, todo se volvería en su contra. Pero será la investigación judicial la que todo lo aclare. De momento hemos de ceñirnos a la denuncia que sí ha interpuesto la Policía Local y a la personalidad un tanto ñoña del presunto agresor, un hombre políticamente plano que fue concejal en el mandato 1995-1999, que abandonó el PP al no salir elegido en las siguientes elecciones, y que tras su paso por un minúsculo y efímero partido local, volvió a la disciplina de la gaviota para salir elegido concejal en el actual mandato. Es abogado, lo que al menos le garantizará una buena defensa. O no, que ya se sabe lo que se dice en el gremio sobre el particular.