No cabía dentro del terno azul marino que eligió para la ocasión de su toma de posesión el nuevo delegado del Gobierno en Canarias, Salvador García Llanos. Querido por un millón de amigos, se hizo pequeño el salón del trono del palacete de la Plaza de la Feria (uf, qué reminiscencias, ¿verdad?) para acoger a tanto invitado, tanto uniforme, tanto sonoro abrazo, y tanto medio de comunicación. Presidía la ministra Elena Salgado, que lo es de Administraciones Públicas, y que aprovechó tan nutrido y cualificado auditorio para largarse medio mitin acerca de lo bien que se ha portado el Gobierno ZP con las Islas Canarias: desde el cuarenta y pico por ciento más de inversión pública respecto de los gobiernos del PP, hasta los esfuerzos para atender el fenómeno de la inmigración y el incremento de plantillas policiales. Pepe Segura, que se sentía el padrino de la boda, terminó pidiendo el discurso de la ministra porque lo consideró un relato hagiográfico de su paso por allí.