A la letrada Paula Romeo, que sabe español, inglés y portugués, se le agotó el vocabulario y tiró de una zafiedad, “gilipollez”, para calificar las informaciones que hemos venido publicando en este periódico acerca de su intervención en los concursos de asignación de frecuencias de radio en Canarias y en la Comunidad Valenciana. En ambos, miren ustedes qué “gilipollez”, aparece la firma de la que es socia la señora Díez, el despacho de abogados Díez & Romeo, como protagonista indiscutible de presuntas falsificaciones en documentos públicos, y en el caso valenciano, relacionadas tales prácticas con la nada recomendable actividad de la estafa, en palabras del mismísimo Ministerio Fiscal. La prensa valenciana, en concreto el diario Levante, se hacía eco en su edición de este mismo viernes de las noticias que les hemos comentado aquí: la apertura de una amplia investigación judicial que ya ha derivado en acciones políticas. El Partido Socialista ha reclamado de las autoridades autonómicas valencianas explicaciones acerca de ese concurso, preñado de irregularidades, de muy pintorescos retrasos y de unas presiones que podrían dejar a la altura de amateur al mismísimo don Pepito. ¿Don Pepito? Pero si llevábamos dos días casi sin hablar de él.