Con los datos del sábado en la mano ya se puede hacer un balance más preciso de lo ocurrido al PSOE tinerfeño tras estas convulsas elecciones del 22 de mayo. Lejos de los cálculos de los agoreros, que situaron a los socialistas en las catacumbas a partir de la crisis de las gestoras y el tsunami nacional, el mapa político de la isla muestra a un PSC controlando trece alcaldías, participando en pactos de gobierno en otras cinco (entre ellas La Laguna y Santa Cruz) y co-gobernando próximamente en el Cabildo de la isla. Por medio cuerpo de ventaja sobre CC, es el partido con más poder local en la isla de Tenerife, triplicando al PP. Basta con comparar sus resultados con Gran Canaria o con otras zonas españolas como para destrozar por completo los erróneos cálculos de los que vaticinaron lo peor. Los agoreros, por contra, se han quedado compuestos y sin nadie que les ría la gracia, porque la ruptura del PSOE en la agrupación local de Santa Cruz de Tenerife y en la Ejecutiva Insular se ha saldado con algunas actas de concejales de los críticos en la oposición, sin que pueda garantizarse no ya que puedan tener influencia de gobierno, sino siquiera que aguanten todo el mandato. Siguen empeñados en que el adversario a batir en 2011 era Coalición Canaria (como lo siguen pensando en La Palma), y la visión del mapa del poder local demuestra muy a las claras que tenían confundidos todos los cálculos.