A mastro Joaquín García, el jefe de obras de Granadera Canaria, ha de atribuirse ese traslado del Registro Civil porque, según cuentan los que conocen el edificio tanto como él, se pudo arreglar todo colocando ese departamento en la primera planta los días necesarios (pocos) para que las dependencias que dan a la Avenida Marítima fueran reformadas. Pero no, la decisión fue trasladar el Registro a un local con humedades que más parece un garaje que unas oficinas públicas, en una comunidad de propietarios y sin las medidas de seguridad que se requieren para custodiar la historia de nacimientos, matrimonios y muertes de toda una ciudad.