Ja, ja, ja. ¡Qué graciosillo nos ha salido el presidente del PP canario! ¿Puede un laja aspirar a ser ministro del Reino de España? Porque, queridísimos, como un laja se está comportando José Manuel Soria desde que las urnas lo colocaron a un paso de gobernar Canarias y su estúpida actitud a un millón de años luz de conseguirlo. O al menos de conseguirlo con dignidad. Pero, antes de las oportunas explicaciones, definamos “laja”: dícese del individuo o individua que presenta un comportamiento maleducado, antisocial, grosero, alejado de las convenciones comúnmente aceptadas, pasota, gamberro, desconsiderado... Les invitamos a que repasen el comportamiento que ha tenido Soria desde la noche del 22 de mayo y coincidirán con nosotros en que se asemeja peligrosamente a los de un auténtico laja. Atrás quedó ese pretendido señorío, ese estiramiento, esa finura, ese porte en el expresarse, en el andar y en el comportarse. Lejos aquel sport fino tan propio de la nobleza para dar paso a la versión más changa del personaje, involucionista, pendenciero, agitador de navajeros... a imagen y semejanza de cualquier Manolo el Mandarria del Chaparral (distrito federal del polígono de la Vega de San José). La última changada del personaje fue la filtración de la fotografía en la que aparece con Álvaro Argani, presidente del PSOE de La Palma, y Asier Antona, presidente del PP de la misma isla. La intención, hacerla pasar como la imagen del acuerdo entre ambos partidos para desbancar a Coalición Canaria. Una falsedad muy propia del sujeto, porque la foto corresponde a un asadero privado celebrado el 2 de mayo, veinte días antes de las elecciones municipales.