En este ambiente de competición por observar quién llega más lejos con sus peregrinas ideas sobre un segundo aeropuerto en Gran Canaria, hay voces que no se atreven a salir para explicar a tanto cantamañanas la verdad de las cosas. Y la verdad, dicha en resumidas cuentas, es que las líneas de bajo coste están pensadas para un rango máximo de 1.500 kilómetros de trayecto, que a partir de ahí, y dado el factor determinante del precio de los combustibles, se corrompe la curva de rentabilidad. Por lo tanto, un destino como Canarias, a más de 1.500 kilómetros de los principales mercados emisores de turistas, no está en las cartas de navegación de estas compañías. Decir lo contrario, por lo que nos chisman los expertos, es pretender encontrar la cuadratura del círculo. O tocar las narices al respetable para enardecer los sentimientos nativos.