El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Sagrario nombra a Abelardo

Tal y como les contábamos en esta misma sección a principios de agosto, la incansable Sagrario de León, comisaria provincial de Policía de Las Palmas, ha iniciado ya su curso sobre seguridad en el Sahel en el Instituto Nacional de Altos Estudios de Seguridad de Francia, de la que muy probablemente saldrá mejor formada de lo que va a entrar, porque de eso se trata. En su tónica habitual de no tomar una decisión sin generar la correspondiente zapatiesta interna, la comisaria ha delegado sus atributos en un veterano comisario del cuerpo, tan veterano que le quedan menos de dos meses para su jubilación, Abelardo Gallego. No se caracteriza Gallego, actualmente al frente de la Policía Científica provincial, por ser un policía que genere conflictos, más bien todo lo contario, pero su nombramiento no responde a un test de lealtad ni de tranquilidad asegurada, sino al descarte producido por el indisimulable deseo de la señora De León de no poner en su puesto a los comisarios José Luis Sebastián Montesinos y Juan Luis Regalado. Al primero, al frente ahora mismo de Extranjería, lo tiene marcado por haber sido en el pasado candidato a no se sabe muy bien qué laureles por parte del Partido Socialista, y al segundo, jefe de la Brigada de Información, por tener acreditada fama de no someterse a más discrecionalidad que la suya propia de él. También quedaron por el camino por motivos de escasa antigüedad los jefes de la Brigada de Seguridad Ciudadana y de la Policía Judicial, que son más nuevitos y con menor rango para el cargo, aunque más apegados a la doña por su procedencia: la comisaría de Palma de Mallorca, donde está establecida la autoridad de su señor esposo de ella, Antonio Jarabo. Para octubre se espera en la Supercomisaría otro comisario novel, que habrá de sustituir al que desde este jueves es jefe provincial de Policía de Las Palmas en funciones. ¿Y el jefe superior, Valentín Solano? Pues ahí anda el hombre soportando como puede las inclemencias de un nombramiento que quizás debió haber rechazado. De momento ha pedido la baja en el SUP tras haber sido superiores las quejas recibidas que su vocación de militancia sindicalista. Uno de sus más afamados antecesores, Narciso Ortega, también recibió lo suyo del sindicato, pero en vez de mandarse a mudar se plantificó en el comité de derechos y garantías y puso las cosas en su sitio. Cuestión de bigotes, se supone.
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