Cambiamos de tema, aunque no nos alejemos mucho de la indecencia política. El presidente del PP canario, José Manuel Soria, de vacaciones estos días en la isla de Lanzarote, es el personaje cuyo nombre más se comenta en estos momentos en el seno de su propia organización, donde se hacen proyecciones y cábalas acerca de cómo estarán de mejor sin él. Se da por hecho que se marcha a Madrid, seguramente empaquetado en la lista del PP al Congreso de los Diputados por la provincia de Las Palmas. Pero cuando se cuestiona a los peperos canarios sobre el ministerio que ambiciona su líder y caudillo máximo, las respuestas son muy variadas. Desde luego sigue ganando la de la vicepresidencia económica, seguida muy de cerca la que apunta al Ministerio de Fomento. Luego le sigue la respuesta de que cualquier ministerio será bueno siempre que no lo rebajen al cargo más elevado que jamás ha ocupado un militante del PP canario, la dirección del Instituto de Meteorología. Pero de unos días a esta parte gana enteros la petición soriana de una embajada, preferiblemente aquellas que tengan muy desarrollada su agregaduría comercial, que ya se sabe que la vocación de Soria va por esos derroteros. En el cuerpo diplomático se cruzan apuestas para, en el caso de que gane el PP, ver qué pide primero el líder canario y qué le acaban dando.