Es muy probable que si el abogado de José Manuel Soria, Nicolás González-Cuéllar Serrano, hubiera tenido en su poder la sentencia absolutoria del pasado martes, no hubiera formulado el escrito de acusación que ha formulado por el caso del chalet de Esquivel que su cliente disfrutó en plan qué-de-puta-madre-soy. Estamos casi seguros de que no se habría lanzado a pedir de nuevo dos años de cárcel y un millón y medio de euros entre una indemnización y otra, sin contar multas y fianzas, pero también es verdad que ya metidos en gastos, este hombre es capaz de pedir hasta un Bentley (con perdón). El viernes fue notificado ese escrito al director de este periódico por el Juzgado de Instrucción número 4 de Las Palmas de Gran Canaria, que ha estado instruyendo la causa durante dos años para llegar a la conclusión de que a los periodistas Carlos Sosa y Francisco Chavanel han de sentarse en el banquillo para que expliquen qué pedazo de cochinada fue aquella que nadie ha investigado en sede judicial.