Decía Soria poco antes de las últimas elecciones que estaba encantado de su paso por la Presidencia del Cabildo de Gran Canaria, experiencia que calificó como “muy enriquecedora”. No vamos a ser nosotros los que le enmendemos la plana porque sabemos cómo aprecia un liberal los valores más materiales de la sociedad y el servicio público que se puede prestar desde la política. Aún recordamos aquellos inicios suyos en la primera corporación grancanaria, cuando metió con calzador un concurso que le permitiera adscribir a los servicios de la Presidencia un Audi de alta gama por la modalidad de renting. Y lo consiguió, al tiempo que a su señora esposa de él se le empezó a ver conducir un Volkswagen New Beetle, ese que la doña aparcaba donde le salía de las narices mientras a la Policía Local le daba órdenes del PP. Ahora, Soria dispone de un Bentley, también de Domingo Alonso.