Nos habíamos olvidado y pedimos disculpas sinceras a nuestros lectores por ese lapsus tan imperdonable. Reclamábamos ayer en esta misma sección una defensa pública de Antonio Alarcó por parte de José Manuel Soria, en la sospecha de que no lo quería defender, y olvidábamos, oh incautos, que el presidente del PP canario tiene especial predilección por los señalados, los indecentes, los sospechosos, los imputados y/o los condenados por la justicia. Así que, sin mediar un solo segundo, este mismo martes salió en apasionada defensa a poner en su sitio el buen nombre del candidato del PP al Senado por la isla de Tenerife, como habrán podido leer en las crónicas correspondientes. Luego repitió similar defensa en una entrevista impagable en la radio autonómica, donde por primera vez en su vida se le notó acorralado por las preguntas de la que hasta hace muy poquito tiempo era su casa, de la que salía dando la vuelta al ruedo con las dos orejas y el rabo. De Alarcó dijo más bien poco, que la causa quedará en nada cuando pasen las elecciones. Prefirió concentrarse en un clásico de su repertorio cabildicio: “Lo que habría que hacer es una auditoría a fondo del Cabildo porque es un escándalo que empresas públicas [de esa Corporación] estén fabricando leche, batidos, yogures y demás en competencia con la empresa privada”. Muy opinable lo último, pero desde luego no le vemos la irregularidad contable al asunto por ninguna parte. A ver si se anima y lo aclara.