La impresión generalizada en el entorno de la Cámara, particularmente en el bando de José Miguel Suárez Gil, es que las resoluciones de la Consejería de Industria contra el censo electoral tienen el inconfundible sello de Mauricio, que también persigue desacreditar al actual presidente. Suárez Gil pierde apoyos por momentos, y si bien es cierto que ahora mismo es el que mejor controlados tiene los cuarenta epígrafes que han de dar lugar a otros tantos miembros del pleno de la Cámara, más cierto aún es que los grandes que le apoyaban hace tiempo se echaron a correr. El núcleo cercano del que les hemos venido hablando últimamente empieza a plantearse muy seriamente cambiar de montura y de jinete. Saben que el Zorro está gafado porque en los sectores más potentes, en el Gobierno y en la mayoría de los medios de comunicación, no se encuentran con el apoyo necesario como para librar una batalla que promete ser dura. Un candidato de consenso que no sea Suárez Gil es la salida más comentada estos dos últimos días. Una pena, la verdad, porque le estábamos cogiendo cariño.