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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

La cara más ultraliberal del Círculo de Empresarios de Gran Canaria

José Manuel Soria (segundo por la derecha), junto a Óliver Alonso (segundo por la izquierda). En el centro, con camisa blanca, el vicepresidente internacional de Ventas de Volkswagen

Carlos Sosa

El Círculo de Empresarios de Gran Canaria ha puesto un huevo. El huevo correspondiente a la temporada otoño-invierno, coincidiendo —como todo el mundo sabe- con una convocatoria electoral y con la posterior tramitación de los presupuestos de Canarias para 2020. Para tan magna ocasión, el lobby empresarial grancanario ha elegido la cara de Óliver Alonso, presidente del grupo automovilístico Domingo Alonso, SA, y probablemente el integrante más ultraliberal de ese cónclave de notables integrado —como ellos mismos dicen en su web- por “un conjunto de empresarios, ejecutivos y altos directivos de empresa de reconocido prestigio”.

El planteamiento de su nuevo comunicado es muy sencillo: promover lo que el círculo llama “un pacto de Estado” para que durante los próximos 20 años bajen los impuestos, adelgacen las administraciones públicas y se alivie la presión sobre los fabricantes de automóviles para poder seguir quemando combustibles fósiles.

Veamos los puntos más destacados de este comunicado:

1.- Bajar los impuestos a los ricos. Cuando el Círculo de Empresarios habla de bajar los impuestos no se refiere a los de las rentas bajas, ni hablar. En concreto, según este comunicado, hay que bajar los impuestos a los ricos porque “incluso las rentas altas tienen un límite y llegará un momento en que quieran irse a otro país donde les traten mejor”. Para el resto de las rentas, el lobby se limita a quejarse de que se recupere el medio punto en el IGIC que bajó el anterior Gobierno de Coalición Canaria, a petición del PP, en su último ejercicio antes de las elecciones.

En su desenfrenada carrera por el objetivo de imposición cero, el círculo y su circunstancial portavoz llegan a decir que con una subida de impuestos a las rentas más altas “estamos haciendo poco atractivo invertir en España o en Canarias”, obviando claramente las ventajas fiscales de invertir en el Archipiélago (REF) o el amplio margen que todavía hoy tienen las empresas españolas en el impuesto de sociedades respecto a sus homólogas europeas.

Porque cuando Alonso habla de que “hay otros países de Europa donde se paga mucho menos”, desde luego no especifica cuáles ni por qué conceptos. Y cuesta mucho trabajo pensar en empresas que presten sus servicios en Canarias y se domicilien, por ejemplo, en Andorra, un Estado no comunitario pero, al fin y al cabo, europeo.

2.- Adelgazar las administraciones. Una bajada de impuestos y el adelgazamiento de las administraciones públicas sólo conduce a una cosa: la supresión de servicios públicos, incluidos los básicos. Conviene que en su próximo huevo, el Círculo explique cómo atender al 42% de la población canaria en situación límite de exclusión social precisamente por un fracaso del sistema de redistribucíón de la riqueza, producto de tres décadas de gobiernos autonómicos liberales que han trabajado casi en exclusiva para satisfacer las ansias de las clases dirigentes y las oligarquías económicas de la región.

O cómo atender las listas de espera, cómo sacar del ostracismo educativo a una región que siempre sale mal parada en fracaso escolar y abandono temprano de la escuela; o cómo pagar a los pensionistas que con su trabajo también contribuyeron a los beneficios empresariales.

Sostener, como sostiene Óliver Alonso en nombre de su selecto club, que “son las rentas altas, los que compran coches más caros y los que más ganan” quienes pagan la “falta de coordinación legislativa” que impide a los cabildos y ayuntamientos gastarse los dineros que tienen en los bancos, es de un cinismo extremo: ha sido una ley de estabilidad presupuestaria del Partido Popular, promovida a instancias de los poderes económicos, la banca y las grandes corporaciones transnacionales, la que impuso reglas del gasto que han acogotado las economías de muchos municipios y algunos cabildos hasta el punto de quebrar muchos sistemas públicos de ayudas a los segmentos más desfavorecidos de la sociedad.

Y amenazar con que la banca va a terminar cobrando a las instituciones públicas por guardarle su dinero y hacer negocio con él es burlar la posibilidad cierta de que el poder legislativo imponga unas reglas del juego que impida ese tipo de atropellos.

El pensamiento ultraliberal que encarna Óliver Alonso, respaldado en su consejo de administración por el exministro offshore José Manuel Soria, insiste en una sociedad en la que solo puedan prosperar las personas con recursos económicos suficientes para costearse la educación, la sanidad y los servicios básicos, dejando fuera del sistema a aquellas que no han tenido esa oportunidad por haber nacido en una sociedad con profundas desigualdades que solo se pueden corregir mediante la intervención de lo público. Y lo público interviene haciendo unos presupuestos sociales que ayuden a mitigar este grave problema y, a través de esas medidas de igualdad de oportunidades, impulsar una economía más justa y equitativa.

Frente al debilitamiento de lo público, hay un espacio que los ultraliberales reservan para sus intereses, cuando se lo que se trata es de otorgarles ventajas y subvenciones cuando el negocio peligre (estímulos al sector automovilístico) o cuando hay que socializar las pérdidas por el fracaso la gestión empresarial, como acaba de ocurrir con la quiebra de Thomas Cook, ejemplo evidente de cómo el sector turístico consigue que con el dinero de todos los contribuyentes (incluidas las rentas bajas) se proteja al sector.

3.- Freno a la lucha contra el cambio climático. El remate al comunicado del Círculo de Empresarios lo pone Óliver Alonso cuando se detiene a hablar de su libro. Subir el IGIC a los automóviles de gama alta parece que le ha llegado al alma. “Se venderán menos coches de este tipo y, como consecuencia, el Gobierno recaudará menos”. Justo lo contrario de lo que ocurre siempre que el PP aplica sus recetas de “poner el dinero en el bolsillo de los consumidores”: que se recauda menos y se resienten los servicios públicos.

Pero la perla aparece en el último párrafo del huevo: “Este aumento [de impuestos] llega además en el peor momento para el sector del automóvil, por el descenso en las ventas y por la presión de la Comunidad Económica Europea de reducir las emisiones”.

No contento con el favor que le hizo a Volkswagen el exministro Soria actuando con manifiesta negligencia en el escándalo de los motores diésel trucados, el importador de esa marca para Canarias y territorios de África y Latinoamérica se queja de que las autoridades comunitarias quieran reducir las emisiones provocadas por motores movidos por combustibles fósiles. No cabía esperar nada mejor de quien tiene como asesor en su consejo de administración al ministro de las prospecciones petrolíferas en Lanzarote.

Es deseable que el Círculo de Empresarios de Gran Canaria aclare públicamente si ese comunicado es unánime, es decir, si es cierto que todos sus miembros apuestan por bajar los impuestos, acabar con los servicios públicos y negar el cambio climático. O si, por el contrario, alguno se sus 24 miembros (entre los que solo hay dos mujeres, dicho sea de paso) ha puesto alguna salvedad. Es lo menos que cabría esperar de quienes hasta ahora han dirigido la política económica de esta autonomía, incluso poniendo o quitando presidentes y consejeros del Gobierno canario.

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