Los sectores más conservadores e indecentes de la Justicia en España parecen haber decidido quitarse el corsé, y al grito de “rojo el último”, se han lanzado a proteger a los que consideran los suyos. Creen que ya está bien que la corrupción pueda ser investigada a los caballeros de la derecha cuando, en realidad, esos muy honorables y excelentísimos personajes están ahí para lo que están, nos guste o no a sus súbditos. El sobreseimiento del caso Gürtel en Valencia por parte de la Sala de lo Civil y Penal del TSJ de esa Comunidad ha pulverizado todos los registros conocidos en España de resoluciones infumables, por llamarlas de un modo ajustado a Derecho. Y los anunciados recursos ante el Supremo podrían marcar un hito importante si, como es de esperar por el bien de la Justicia, el alto tribunal anula el Auto y ordena la apertura de juicio con jurado para Camps y sus compañeritos del alma, de modo que sea ahí, donde mandan los cánones, donde se decida su inocencia o culpabilidad. Pero, de ser esto así, ¿existe algún parangón, concomitancia, parecido o similitud con el archivo del caso salmón? Porque, como recordarán, el cohecho asalmonado era exactamente el mismo: 426 del Código Penal. Y ha sido el Auto valenciano el que lo ha traído a colación.