Hay varios aspectos de la declaración de Soria que merecen cierto análisis, aunque sea de urgencia. El primero es la explicación que ofrece el imputado sobre la procedencia de las grandes sumas de dinero que emplea para pagar sus vacaciones y los gastos que se le van presentando en el día a día. Asegura que esos dineros provienen del cobro de dietas de empresas públicas a cuyos consejos de administración acudía en su calidad de presidente del Cabildo de Gran Canaria, y el resto, a ingresos profesionales de su señora esposa. De lo segundo, nada podemos decir, que ya se encargará la magistrada, si así lo considera procedente, de investigarlo o dejarlo correr. Pero las dietas son cosa pública y sabemos a ciencia cierta que como presidente del Cabildo el imputado sólo cobraba unas dietas en metálico, las de la asistencia al consejo de la Sociedad de Compensación del Polígono de Arinaga, que paga algo más de 200 euros por reunión, media docena al año. Es decir, 1.200 euros o un poquito más. Calderilla, si se compara con lo declarado este lunes.