En julio ya debía haberse caído Calatrava porque a mitad de mes ya leíamos crónicas que hablaban de la visita a Arrecife del arquitecto suizo Jacques Herzog, que recorrió las inmediaciones del islote del Francés en compañía de un pletórico alcalde Reguera y un henchido de gozo promotor Cortezo. Esas crónicas relataban cómo el arquitecto se había mostrado muy interesado en el espacio sobre el que debía actuar y cómo dijo imaginarse sobre el islote “algo público, con mucha naturaleza y mucha agua”, a lo que añadió Cortezo que su proyecto consistiría en tres torres entrelazadas, con un hotel y viviendas residenciales. Herzog cometió, sin embargo, algunos excesos para con la fauna política y empresarial local porque literalmente calificó de “horribles” los proyectos del parque de las Islas Canarias y el Arrecife Gran Hotel, otro icono de la ciudad, aunque de otros tiempos. Este lunes, en ABC, Cortezo declaraba que Herzog “llegó a ajustar su agenda para comenzar a trabajar en febrero”, pero el veto de Soria a Reguera parece haberle chafado el proyecto.