La delegada del Gobierno en Canarias, Mari Carmen Hernández Bento, se ufanaba hace pocos días de la escasa profundidad de las alegaciones y críticas al estudio de impacto ambiental tramitado por Repsol y su ministro de jornada para las prospecciones petrolíferas en Canarias. Decía la señora Hernández que las del Gobierno eran puramente formales, que no entraban en el fondo, sin esperar si quiera a que el plazo acabe y se terminen de redactar las que parece que vienen en camino. Mientras tanto, recomendamos a la delegada y a nuestros lectores que se lean con detenimiento las apreciaciones que ha hecho, a requerimiento del colectivo ecologista El Guincho, uno de los más veteranos y prestigiosos de cuantos operan en Canarias, el profesor Rick Steiner, especialista en conservación marina y asesor de una decena de países en materia de perforaciones en mar abierto. Sus conclusiones son ciertamente inquietantes: el riesgo de vertido por la profundidad, la presión y las temperaturas de las zonas donde se prevén estas perforaciones es 60 veces superior al que anuncia Repsol y las consecuencias de un accidente, comparables a las que sufrió la costa de Louisiana tras la catástrofe de la plataforma de BP Deepwater Horizon en el Golfo de México, en 2010. Es, que sepamos, la última aportación científica a este debate, sin que hasta ahora hayamos podido conocer con precisión los nombres de los técnicos que han avalado, aun reconociendo ciertos riesgos, lo que recoge el estudio de impacto ambiental de 1.000 páginas expuesto por Repsol para común conocimiento de la ciudadanía. Ya superan la decena las alegaciones formales presentadas al estudio de impacto ambiental y, como decíamos, faltan la de la Administración ambiental canaria, que prepara una batería al parecer muy potente. Se presentarán con poca fe, obviamente, porque todo el mundo da por seguro que Soria se ocupará personalmente de que el negocio de Repsol no sufra ningún percance durante su tramitación. Pero al menos quedará constancia formal en los expedientes públicos de la barrabasada y de las voces críticas que, con antelación suficiente, lo advirtieron.