En este contexto de primero Bravo de Laguna, luego Pepe Jiménez, a continuación, Arnáiz y ahora, de nuevo, Luis Hernández, es muy posible volver a escuchar rumores procedentes de El Madroñal. Así es, don Lorenzo Olarte, candidato seguro, vuelve a sentir la llamada de la carne (y el pescado) y se ofrece nuevamente a presidir una institución en la cuál alcanzaría las más altas satisfacciones personales y políticas. Sus seguidores, que los tiene y con mucha pasión, le equiparan al último León y Castillo, y hacen votos por recuperarlo para la vida pública de modo inmediato. Olarte, mientras, se deja querer y avisa a navegantes y otros operadores del mundo portuario, que a él le tienen que garantizar las mismas prerrogativas que tenía hasta ahora Luis Hernández.