El turismo masivo, relacionado con el riesgo de extinción de la flora en las costas canarias, según un estudio

En la imagen, la playa de Nogales.

Efe

7 de marzo de 2025 13:49 h

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Un estudio liderado por el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC) relaciona el turismo masivo con el riesgo de extinción de la flora en las costas canarias, y, por extensión, de toda la región de la Macaronesia, que engloba también a Azores, Madeira y Cabo Verde.

Una de las principales conclusiones de este estudio, publicado en Global Change Biology y en el que han participado investigadores de Portugal, Alemania y Bélgica, es que el auge del turismo y el desarrollo urbanístico estarían directamente vinculados con la pérdida de biodiversidad vegetal, explica el IPNA en un comunicado.

Habla de un “punto caliente de extinción reciente” en las zonas costeras que surgió a partir de los años 60 del pasado siglo, década en la que comenzó el auge del turismo y el desarrollo urbanístico en las islas.

El equipo investigador ha documentado 168 eventos de desaparición, 13 de los cuales se corresponden con extinciones globales y 155 con extinciones locales o regionales.

Esto significa que muchas especies han desaparecido de algunas islas, aunque aún sobrevivan en otros territorios insulares o continentales, aclara el IPNA.

Raúl Orihuela-Rivero, investigador del IPNA-CSIC y uno de los autores principales del artículo, señala que “los datos revelan que las tasas de extinción en Macaronesia superan a las naturales en un orden de magnitud inédito”, lo que indica “un fuerte impacto de la actividad humana ligado al origen volcánico de esta región”.

El estudio ha identificado varios factores que aumentan el riesgo de extinción y cita, entre otros, la presencia de mamíferos herbívoros invasores, el crecimiento de la población humana y la antigüedad de las islas.

Además, algunas características de las propias especies las hacen más propensas a la extinción. Sería el caso de aquellas plantas que son endémicas de un archipiélago, leñosas, polinizadas por vertebrados, dispersadas por animales (zoocoria), o las que son capaces de fijar nitrógeno, enumeran los investigadores.

Jairo Patiño, coautor principal del trabajo, destaca que la existencia de regiones calientes, sobre todo en las zonas costeras, subraya la necesidad de llevar a cabo “una revisión en profundidad” del modelo económico actual, no solamente desde el punto de vista de la conservación de su biodiversidad, sino también de la calidad de vida de la propia ciudadanía.

Los investigadores advierten de que es imprescindible reforzar la protección de las especies más vulnerables y mejorar el monitoreo de la flora nativa.

Para lograrlo, proponen, entre otras medidas, actualizar las listas rojas insulares y establecer programas de conservación específicos para especies en riesgo.

Y para reducir el impacto del turismo masivo en la biodiversidad, que identifican como “una amenaza clave” para estos ecosistemas, proponen fomentar el turismo sostenible, regular el acceso a zonas sensibles y fortalecer la protección de hábitats costeros y de montaña.

Otra herramienta para restaurar ecosistemas propuesta por el estudio es la reintroducción de especies desaparecidas e, incluso, en algunos casos, plantear la posibilidad de “desextinguir” plantas globalmente desaparecidas mediante el uso de material conservado en herbarios. 

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