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Pepe Dámaso, una vida insuflando aliento

A punto de cumplir 80 años, Pepe Dámaso sigue insuflando aliento a una carrera artística que ha estado marcada por el trauma de la muerte de su padre. Aquel último aliento del cabeza de familia marcaría su existencia y, por tanto, su obra. Nos lo explica él mismo a través del documental El vaho en el espejo, dirigido y producido por Gustavo Socorro, una figura polifacética que tanto aborda la literatura como la realización audiovisual al tiempo que ejerce como abogado.

Dámaso y Socorro presentaron ayer el documental al público grancanario tras la presentación que tuvo lugar hace ya más de un mes en Madrid coincidiendo con la celebración de la Feria Internacional de Turismo (Fitur). El acto tuvo lugar en las dependencias del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM)), con la participación del consejero de Cultura, Patrimonio Histórico y Museos del Cabildo grancanario y presidente del propio CAAM, Larry Álvarez; y la presencia callada del director del centro anfitrión, Omar Pascual.

En su intervención Larry Álvarez excusó a este último, que abandonó la sala poco después de comenzar el acto para dirigirse al acompañamiento del crítico y comisario artístico Orlando Franco, durante muchos años conservador del CAAM. La casualidad quiso que la presentación de la película sobre un artista como Pepe Dámaso, tan influenciado por la muerte, se viera marcada por el fallecimiento de este personaje significativo para la escena pictórica canaria. Por ese motivo, las primeras palabras de la intervención de Álvarez fueron para hacer “un sentido recuerdo y homenaje a la figura de Orlando Franco”, a quien la audiencia dedicó además un sonoro aplauso.

Ante un público en el que figuraban artistas, intelectuales, seguidores de Pepe Dámaso y muchos vecinos suyos de Agaete, Álvarez prosiguió su discurso de bienvenida para expresar su satisfacción por el resultado del trabajo de Socorro, por el que dijo haber apostado tan pronto como le presentó el proyecto. “Le hemos dado apoyo moral y apoyo económico”, precisó.

El documental sobre Pepe Dámaso viene a ser la segunda colaboración que el Cabildo de Gran Canaria hace con Atlasley, la productora que dirige Socorro, tras el trabajo similar que bajo el título Arte en el exilio se centraba en la figura del bailarín rumano afincado en Gran Canaria, Gelu Barbu.

A la intervención de Álvarez le siguió la de Socorro, que antes de dar la palabra a Pepe Dámaso y proceder a la proyección de la película quiso dar las gracias por su colaboración al Cabildo grancanario y al ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, cuyo alcalde, Marco Aurelio Pérez, se encontraba en primera fila. El productor y realizador, al que se le deben trabajos de gran mérito documental sobre personajes tan dispares como el ya mencionado Gelu Barbu o el Rubio y el Corredera, explicó que su nueva cinta refleja “un trabajo hecho desde el cariño sin dejar de lado el rigor para acercarnos a la figura de Pepe Dámaso, teniendo en cuenta sus aspectos biográficos y su carrera ejemplar, la carrera de un hombre que ha hecho del arte su vida”.

El artista y la muerte

Y llegó al fin el turno del protagonista de la película y de la tarde. El CAAM había convocado a dos pases de entrada libre para ver el documental, por lo que los tiempos estaban controlados para no retrasar la agenda prevista. Ese fue el motivo para que el artista de palabra torrencial contuviera su discurso y no se excediera en el tiempo de su turno.

“Emocionado y muy contento”. Así describió su estado de ánimo el homenajeado que pocos minutos antes deambulaba por las salas del CAAM descubriendo las obras que conforman la exposición On Painting. Ya ante los presentes agradeció que el acto tuviera lugar en el centro de Vegueta. “Yo reivindico la pintura, yo sigo pintando y mi vanguardia es haber vivido tanto”, reflexionó en alto para pasar inmediatamente a hacer mención al fallecido Orlando Franco. “A mí, que estoy a punto de cumplir 80 años”, dijo, “estas muertes de gente mucho más joven que yo me impactan”.

La sorpresa por la muerte del crítico le llevaría a conducir su discurso por los derroteros centrales que según él explican su obra. “Lo que a mí me ha dado de verdad el prestigio es la muerte, a pesar de lo vivo y parlanchín que soy; esas son precisamente las paradojas de la vida”, explicó el ya casi octogenario que sigue reviviendo en su memoria la muerte de su padre cuando aún él era un niño.

Las escenas que se sucedieron en su casa desde que su madre advirtió que su padre perdía el aliento y salió de casa a reclamar a los vecinos auxilio, han quedado marcadas de por vida en Pepe Dámaso. Aquel muchacho de Agaete creció, como decimos, con el ánimo de insuflar aliento, el mismo que vio perder a su padre y que ya no cobraría cuando le pusieron enfrente un espejo. Esas mismas escenas son recreadas ahora en la película que dirige Socorro y en la que el propio Pepe Dámaso interviene como actor para asumir el rol de su padre y encarnar esas imágenes que le han golpeado la conciencia durante toda su vida.

El documental arranca con esa recreación dramática. Con el artista convertido en su padre y otros tantos actores encarnando a su madre, al cura y al médico, entre otros. Vemos entonces la escena que da título al documental, cuando el médico le pone el espejo delante a su padre y comprueba que el vaho no se refleja.

La fatalidad quiso ayer que algunos problemas técnicos deslucieran el acto en el momento más trascendental, justo cuando comenzó la primera proyección y el público se encontró con una cinta ya comenzada. Fue entonces cuando todos los presentes se toparon con el Pepe Dámaso más temperamental. “No, no, no? Esto no se puede admitir”, gritó levantándose de su asiento.

Solventado el percance, aunque no sin ciertas molestias más, como la congelación de algunas escenas, móviles que sonaban y espectadores que no podían dejar de hacer comentarios por lo bajo, continuó la proyección de un trabajo que nos descubre la faceta más intelectual del artista. El vaho en el espejo nos presenta un Pepe Dámaso a veces natural y otras afectado, un Pepe Dámaso sincero y otro que no deja de ser la imagen que él quiere dar de sí mismo haciendo alarde de sus dotes de interpretación. En la capacidad del espectador para escudriñar la esencia del artista y del hombre reside el más grande valor del juego que proponen Dámaso y Socorro.

En ese juego contamos con la ayuda de las voces de personalidades como los escritores y filósofos Luis Antonio de Villena y Fernando Castro de Florez; la periodista y compañera del fallecido José Saramago, Pilar del Río; el conservador del Museo del Prado, Matías Díaz Padrón; el historiador del Arte, Alfonso de la Torre; y el escultor Martín Chirino. A través de estas voces autorizadas, nos vamos acercando a un Pepe Dámaso fascinado por Saramago y Pessoa; por Óscar Domínguez y César Manrique; por Madrid y Lisboa; por La Rama de Agaete y su estudio de la Isleta; por Gofio, su perro fiel, y por la tierra de la futura Fundación en la que le gustaría ser enterrado.

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