El pianista Sokolov clausura el Festival de Música de Canarias con dos citas

El pianista ruso Grigori Sokolov en una imagen de archivo. EFE/JOAO ABREU MIRANDA

EFE

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El pianista ruso Grigory Sokolov será el encargado de clausurar la edición 38 del Festival de Música de Canarias con dos conciertos, uno el sábado 12 en el Auditorio Alfredo Kraus de Gran Canaria y otro en el Auditorio de Tenerife el próximo lunes 14.

“Probablemente, junto al polaco Kristian Zimerman, el ruso Grigory Sokolov sea el pianista más sublime de cuantos existen, al menos entre los veteranos del panorama actual”, ha indicado este miércoles en una nota el Instituto Canario de Desarrollo Cultural (ICDC), responsable de la organización del Festival y que ha destacado la “concentración de solistas de primera línea”.

A juicio del ICDC, el público tendrá la oportunidad de asistir a un acontecimiento “excepcional y único”, con un pianista que “no solo es un virtuoso de época, sino un auténtico visionario del instrumento y cuyos programas e interpretaciones huyen de la rutina y de lo convencional”. 

Las entradas están disponibles en taquilla, en la web del festival (www.icdcultural.org/fimc) y en las plataformas de venta habituales de estos espacios.

Natural de Leningrado, la actual San Petersburgo (1950), Sokolov comenzó a tocar el piano a los cinco años y, dos después, iniciaba sus estudios con Liya Zelikhman en el Conservatorio de Leningrado.

Con doce ofreció su recital de debut y su “prodigioso talento” fue reconocido cuando con solo 16 años, en 1966, se convertía en el músico más joven en recibir la Medalla de Oro en el Concurso Internacional de Piano Tchaikovsky en Moscú.

Pronto inició giras por Estados Unidos y Japón, mientras su estilo iba evolucionando y madurando.

“En Sokolov, la única devoción posible es la música. No quiere que los focos perturben el acto íntimo de su comunicación con el instrumento y huye de cualquier imagen que distorsione ese diálogo íntimo. De ahí su conocida escenografía y ceremonial: un escenario con temperatura moderada y luces atenuadas, precisa afinación del instrumento, condiciones que favorecen la sonoridad y la concentración: sin distracciones”, añade la nota.

Con esta ambientación consigue, aún frente a un auditorio de miles de personas, que su recital se convierta en un ritual “casi privado, como si el espectador sintiera que el concierto le estuviera dedicado personalmente”.

El repertorio que trae al 38 FIMC se abre con “Variaciones y fuga para piano en mi bemol mayor, Op. 35” de Beethoven, un conjunto de quince piezas compuesto en 1802, conocido como “Variaciones Heroica” porque se utilizó como tema final de su Sinfonía nº 3, escrita al año siguiente.

Los tres intermezzi de Brahms, de 1892, son piezas reflexivas y pensativas, luego agitadas e inquietas, inspiradas en Clara Schumann, que el propio compositor define como “canciones de cuna para mis tristezas”.

Y cierra Fantasía para piano “Kreisleriana” op. 16, de Schumann, quien afirmó que las ocho secciones fueron redactadas en sólo cuatro días, algo en realidad improbable.

“La música oscila violenta y repentinamente entre la agitación y la calma lírica, entre el temor y la euforia”, concluye el comunicado.

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