Samba también es un nombre

Cartel de la película Samba

Gara Santana

Las Palmas de Gran Canaria —

Los directores Olivier Nakache y Eric Toledano vuelven a usar la comedia para hacernos llegar una denuncia social. Lo hacen con el vehículo infalible de la interpretación de Omar Sy, como ya hicieron en 2011 con Intocable y que tan asombrosos resultados dio en taquilla.

En este caso se trata también de un drama de actualidad en el país galo y por desgracia en Europa en general: la inmigración y los procesos de integración. Es la historia de Samba (Omar Sy), un senegalés que llegó a Francia hace diez años pero que se encuentra, a pesar de incluso tener varios empleos, en una situación legalmente irregular. Su suerte puede cambiar tras contactar con una ONG cuyo trabajo es ayudar a las personas de origen inmigrante en los trámites burocráticos y legales pertinentes para o bien mejorar sus condiciones de vida en Francia o evitar su deportación. En esta ONG conoce a la atormentada Alice (Charlotte Gainsbourg) que tras sufrir una crisis nerviosa por exceso de trabajo utiliza su acción en la ONG como medida de escape a su rutina.

El peligro de la tragicomedia

Esta fórmula de tratar un problema tan serio como es la situación de las personas de origen inmigrante de una manera divertida es por una parte una genialidad y por otra un riesgo. Es una genialidad en cuanto a que es la única forma de visibilizar una realidad que cierto tipo de espectador no vería nunca en un formato de drama y, por tanto, se consigue el objetivo final que es concienciar, pero es un riesgo si creemos que todas las historias de los inmigrantes que esperan ser deportados es un jardín de rosas, una aventura exótica y un no parar de ligar con ejecutivas blancas. Esto no quiere decir que a pesar de que esta historia esté muy endulzada, no pueda ser en algún caso verdad pues la realidad muchas veces se comporta como la más elaborada de las ficciones, de modo que todo es posible y en este caso los medios justifican el fin que es hacer real la integración entre culturas, plasmarla en una gran pantalla, para que empecemos a tratarla como una realidad duradera. Máxime en un país como Francia que arrastra un serio problema de racismo y xenofobia interno incluso dejando al margen el horrible atentado contra Charlie Hebdo.

La sonrisa del cine francés

En la fotografía de portada de la cuenta de Twitter oficial del actor Omar Sy (twitter.com/omarsy) puede leerse la frase “la sonrisa es la distancia más corta entre dos corazones” y esta frase sólo va a terminar de cabrear a los críticos de cine empalagados por Samba pero incluso ellos tendrán que admitir que algo tiene esta sonrisa que atrapa a todos los espectadores y no sólo les atrapa sino que les deja mensajes sociales muy potentes. Cuando se consiga eso en el cine de autor serio, lento, intimista, minimalista y artístico también tendremos que admitirlo.

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