Sombras sobre La Geria: el paisaje más frágil se enfrenta a múltiples retos y amenazas

Bodegas en el campo de La Geria

Saúl García / Manuel Riveiro

Arrecife —

Trece bodegas dadas de alta en el Consejo regulador del vino de Lanzarote, más de 1.780 viticultores, tres de las cuatro últimas añadas calificadas como excelentes, vinos que ganan premios en concursos internacionales, carreras, conciertos y actividades culturales ligadas al vino y una tierra de cultivo que es mucho más que eso porque configura un paisaje único en el mundo. Parece que las cosas van bien para el vino de Lanzarote.

Hace una década se decía que el vino, por su precio, por su coste, no se podía vender fuera de la Isla, pero hoy la mitad, aproximadamente, de la producción, se comercializa fuera de Lanzarote, principalmente en Gran Canaria y Tenerife, ya que lo que se vende en la Península o en el extranjero supone tan sólo el tres por ciento de la facturación total, según los datos del propio Consejo regulador. Aun así, el mercado se va expandiendo. Sin ir más lejos, hace unos días se conocía que Bodegas Rubicón comenzará a vender su malvasía seco en las tiendas estatales de Noruega.

Pero también hay otra cara. La Geria es un paisaje creado por el hombre, y el hombre lo puede destruir, tanto si las cosas van bien como si van mal, por abandono o por sobreexplotación. Son muchos los problemas que tiene el sector y que afectan al territorio. Por un lado está el pago de la uva a los viticultores: se paga poco y se paga tarde.

A esto hay que sumar la falta de incentivos para el agricultor, tanto económicos como de otro tipo. Y después está el asunto de la edad. La mayoría de los viticultores, por no decir todos, no vive de la viña; es una segunda o tercera actividad. Y en los que casos en que es la primera, que son muchos, es porque se trata de personas ya jubiladas.

El relevo generacional es básico para garantizar que La Geria no se abandone y se llene de aulagas. La propiedad, aunque las bodegas están empezando a comprar terrenos para tener sus propios viñedos, está muy dividida y eso facilita el abandono. La Isla ha perdido en la última década casi mil hectáreas de viñas, según el Centro de Datos, aunque no todas son en La Geria. De poco más de 3.000 se ha pasado a poco más de 2.000, o a apenas 1.800 si hacemos caso a los datos del Consejo regulador.

Sigamos con las cifras. De los 1.780 viticultores, sólo 61 tiene el seguro, lo que revela que la profesionalidad está muy lejos de llegar al sector. Aun así, la uva se sigue recogiendo, por tradición, por amor a la tierra o por afición. El año pasado el Consejo repartió 1,8 millones de etiquetas y se embotellaron 1,3 millones de litros. Se recogieron más de 3,7 millones de kilos de uva, la vendimia más grande de los últimos años. Los tres años anteriores se habían superado los dos millones, mientras que en 2011 la recogida fue de poco más de setecientas toneladas. Ese año se pagó dos euros por cada kilo de uva pero el año pasado el precio fue de 1,75.

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