Gran Canaria restaura El Confital y abre dos miradores para contemplar la bahía capitalina, el litoral del norte y hasta el Roque Nublo
El Cabildo de Gran Canaria ha restaurado El Confital con la eliminación 2.500 metros cuadrados de rodaduras de coches en zonas sensibles que han sido delimitadas con 1.000 bolardos de madera que encauzan el camino de tierra y salvaguardan los valores del Paisaje Protegido de La Isleta, “cuya belleza podrá ser disfrutada desde dos nuevos miradores instalados tanto en La Isleta como en Las Coloradas, que ofrecen la impresionante vista de la bahía capitalina, el litoral norte y del centro, incluido el Roque Nublo”, ha indicado la Corporación.
Estas actuaciones han tenido una inversión de 200.000 euros y su objetivo era combinar protección y disfrute, según explicó este viernes el presidente insular, Antonio Morales, durante la presentación de la finalización de los trabajos junto a las consejeras de Medio Ambiente, Inés Jiménez, y Política Territorial, Inés Miranda.
Hasta el Morro de los Dos Caminos
Los bolardos fueron colocados en el lateral costero de la pista desde la Punta del Confital al Morro de los Dos Caminos, justo antes de la zona militar, y completan la delimitación que ya existía del otro lado de la senda.
Asoman apenas un metro del suelo, tienen la parte superior reflectante y están separados entre sí casi un metro con una doble función, pues impiden que los vehículos se salgan a lugares sensibles y además generan un efecto de barrera que disuade a los viandantes de abandonar los límites del camino.
El Cabildo confía en que la disminución de coches y personas fuera del sendero contribuya a mejorar también el hábitat de las especies autóctonas de flora y fauna. Justamente también retiró siete rodales forestales, es decir, corralitos rodeados por una treintena de postes que habían perdido su utilidad porque fueron instalados para repoblaciones de hace una década que no prosperaron y se han mantenido los de las que sí fructificaron, cuya protección fue renovada.
El próximo paso será recoger semillas de tabaibas salvajes, magarzas y salados para cultivarlos en vivero para replantar el lugar con material genético procedente de este enclave que tanto atrapa a quien se adentra en sus confines.
Patrimonio arqueológico, mirado con lupa
Además de por su biodiversidad, la zona sobresale por su patrimonio etnográfico y arqueológico, destaca el Cabildo. La instalación incluyó el seguimiento arqueológico de la instalación de bolardos con sondeos para evitar cualquier afección al patrimonio y en especial a los secaderos de pescado del siglo XIX, algunos de ellos muy próximos a la pista y que motivaron ligeros cambios en el trazado de los postes.
Asimismo, la actuación contribuirá a evitar la degradación de los propios secaderos, las salinas del Confital, el yacimiento de Las Cazoletas y el taller lítico, donde se acumulan piedras con filo trabajadas en cantos de basalto por los aborígenes.
Miradores adaptados al territorio
La puesta en valor de este paraje ha incluido dos miradores caracterizados por su diseño minimalista en blanco y su acomodación al terreno en diferentes niveles que simulan parapentes, pues están donde se realizan saltos, pero en realidad configuran bancadas sin añadir cicatrices al paisaje y en su lugar estrechar la relación de ciudadanía con la naturaleza, explica el Cabildo.
El Mirador de La Isleta, situado junto al Polideportivo Jesús Telo, ofrece una vista de las playas del Confital y las Canteras y la zona de El Rincón, y cuenta con un pequeño apartadero para tres vehículos. Además, el Cabildo limpió y retiró varias toneladas de escombros en unos 650 metros cuadrados.
Por su parte, el Mirador de Las Coloradas, ubicado junto al campo de fútbol, muestra la geología volcánica de La Isleta, las plataformas y rasas marinas intermareales del Confital, así como las ruinas de las salinas y de la factoría de salazón, protagonistas de un campo visual que se prolonga hasta la costa norte y la cumbre, incluido el Roque Nublo los días despejados. En este caso, el Cabildo retiró escombros que inundaban 700 metros cuadrados.
Así, subrayan los diseñadores, los miradores se posan sobre el territorio como velas de parapente que atrapan el viento y echan a volar la vista.
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