El PP de visita en la reserva
Pablo Casado es portavoz del comité de campaña del PP y se le nota. Considera a Soria uno de los mejores ministros de la democracia y asegura que si no se presenta a las elecciones canarias es porque Rajoy lo necesita para otros desempeños, lo que hace de su ausencia un nuevo golpe centralista a las peculiaridades canarias de las que el muy ministro es notable espécimen. De puro peculiar menos mal que, para aliviar tanto desamparo, no se llevó también a Australia Navarro que resulta ser, según el propio Casado, la mejor candidata a la presidencia de Canarias. Un detalle que las lenguas de doble filo han querido desvirtuar asegurando que siempre hubiera sido el/la mejor candidato/a cualquier otro dedignado/a, pues la excelencia no la confiere la calidad intrínseca del agraciado/a sino el dedo soberano. Pero, en fin, tampoco es cosa de criticar al portavoz por cumplir con su obligación y como, encima, aquí nos conocemos todos, no necesito hacer el esfuerzo de contarles. Sólo le diría a Casado, en síntesis, que a otro perro con ese hueso.
Hizo Casado estas declaraciones a Haridian Mederos, de La Provincia. Dejó en la entrevista algunas perlas que sí merecen algún comentario. Una de ellas es que, contra lo que pudiera parecer y parece, “en el PP no cabe la corrupción, quien mete mano en la caja, lo paga”. Quién nos lo iba a decir. Pero la encharcó al añadir que en cualquier cesto puede colarse una manzana podrida, aplicación hortofrutícola del dicho de que cosas como esa ocurren en las mejores familias. Y ya con la baladera puesta añadió que generalizar es ofender a los 800.000 militantes del PP y a decena de miles de concejales honestos.
Yo creo que quienes los ofenden son los corruptos y quienes, desde los altos del partido, han hecho la vista gorda, han tolerado esas prácticas y han defendido hasta no hace tanto a los involucrados. Las hemerotecas y las aún más comprometedoras videotecas están repletas de declaraciones de dirigentes peperos calificando los casos que afloraban de maniobras políticas, atribuidas a policías, fiscales, jueces, a cierta Prensa: todos movidos, cómo no, por el PSOE. Es imposible desconocer, por muy portavoz que se sea, que esos modos y maneras de proceder han contribuido al descrédito de la política y al más grave de las instituciones del Estado. No dudo, para qué, de que entre las nuevas remesas de dirigentes haya voluntad de acabar con todo eso, pero admitirán que para ser creíbles han de reconocer primero que lo que fue, ha sido y que siguen fluyendo los casos de corrupción como el combustible del ‘Oleg Naydenov’. Por si fuera poco, a los papeles de Bárcenas se unen ahora los de Rosendo Naseiro que dormían desde hace décadas en la caja fuerte de una notaría. Según estos papeles y las declaraciones del propio Naseiro, Aznar no ignoraba lo que había y según todos los indicios, la financiación bajo cuerda del PP, que está en el origen del desmadre devenido en saqueo, no es cosa que pueda imputársele a Bárcenas, que es sobre quien vienen cargando todo, sino que se remonta a los días de Alianza Popular. Quiero decir, en definitiva, que quienes han militado honestamente en el PP no han podido contrarrestar hasta ahora a quienes practicaban, toleraban o amparaban la corrupción y que la nueva y muy reciente actitud social de rechazo activo de la corrupción ha obligado al partido a recoger velas y darle a los honestos la posibilidad de ponerle coto sin verse represaliados. Del Rajoy que afirmaba no hace tanto que Gürtel no era “un caso del PP sino contra el PP” al que acaba de reconocer que tienen un problema hay un trecho significativo delimitado por las evidencias, por la indudable incidencia de los partidos emergentes que ha capitalizado y dado voz a la indignación y por las urgencias electorales del partido del Gobierno. En ese contexto debería valorarse que los demás partidos, con mayor o menor contundencia, se hayan juramentado para no pactar con el PP. Ya vendrá el tío Paco con las rebajas que, imagino, serán mayores o menores en función de cómo salga el PP de las urnas.
La reculada del PP, al lamentar sus errores, es tan evidente como que en algunos de los casos más sonados las primeras denuncias o el señalamiento de indicios han partido de las filas del propio PP. La lucha por el poder o el deseo de poner fin a la situación, que todo es posible, podría explicar el fenómeno que ha acabado por pulverizar las trincheras judiciales. Hay considerable distancia entre el ensañamiento con el juez Baltasar Garzón y su sustituto en la Audiencia Nacional, Pablo Ruz. Éste parecía afín al Gobierno y su partido, lo que no sé hasta qué punto es cierto. De serlo, resulta evidente que se viró guirre a medida, supongo, que entraba en los entresijos de la que le había caído. Y ya que de Justicia hablo, me parece significativa la sugerencia del ministro del ramo, Rafael Catalá, de perseguir la divulgación en los medios informativos de sumarios judiciales. No debieron advertirle que su antecesor, Alberto Ruiz Gallardón, también llegó a plantearse el asunto y darle forma de proposición de ley que quedó ‘trabada’ en el Consejo de Ministros. De todos modos, tras la formidable reacción en contra ya sabe de Catalá a qué atenerse. Reculó, claro.
Volviendo a Casado, no deja de tener razón al calificar de “sistémica” la corrupción andaluza que asomó en el caso de los EREs. Es evidente, por tanto, que tiene claro el concepto; aunque no lo aplique al PP, bonito fuera. El asunto de los EREs es la principal línea defensiva pepera frente a las acusaciones de corrupción; como el legado de Zapatero en política económica. Pero no puede ocultar, por más que lo intente, que una cosa es una cosa y otra cosa son dos cosas. No están los socialistas libres de casos graves de corrupción, lo que no quita cinismo al PP cuando dice que volverán esas oscuras golondrinas a poco saquen a Rajoy de La Moncloa. El PP, ya les digo, ha reconocido y hasta pedido perdón por sus casos de corrupción; de cara a los estratos más informados, porque frente a los más crédulos da a entender que nada tiene que ver con tan feos asuntos, que son simples accidentes (la inevitable manzana podrida) etcétera. Sin embargo, por lo que llevo visto, aún siendo graves y todo lo sistémicos que se quieran los casos de corrupción socialista, los del PP dan la sensación de organización “empresarial”; por su número, semejanza de procedimientos, extensión geográfica a varias comunidades, a pequeños ayuntamientos y a grandes ciudades, la proliferación de megaproyectos sobredimensionados con inversiones tan cuantiosas como inútiles, etcétera.
En lo que toca a Canarias, Casado le dio un repaso al Gobierno de Rivero. No lo dijo pero supongo que se refería a la etapa iniciada con la salida de Soria del Gobierno. La ruptura partió del empeño del muy ministro en pagar ya, sobre la marcha, sin interponer recurso ni nada, la feroz indemnización que fijaron los tribunales. Una milmillonada, pudiera decirse. A la que cito no para ilustrar el motivo de la ruptura sino porque hace unos días la Eurocámara censuró a la Comisión Europea y al Banco Europeo de Inversiones la financiación del proyecto Castor. Éste consistía, recuerden, en habilitar el hueco vacío de un yacimiento submarino de petróleo, frente a las costas catalanas, para almacenar gas. Unos temblores de tierra, que alarmaron a varias poblaciones, obligaron a abandonar del proyecto y al compromiso del ministerio soriano de indemnizar a la empresa concesionaria con 1.300 millones abonar abonables en varios años. Como en lo de Tebeto. Su desconsideración con los dineros públicos debe ser congénita. La Eurocámara afirma su propósito de evitar que “los ciudadanos españoles tengan que abonar, bien mediante déficit público más elevado, bien mediante el aumento de los costes de la energía, 1.300 millones de euros en compensaciones por un proyecto que estuvo precedido por una evaluación desastrosa”. Es decir, que la cantidad a pagar no diera lugar a un nuevo apunte en los enrevesados recibos de la luz. La concesionaria era, UGS, controlada en más de 66% por ACS, la empresa de Florentino Pérez, presidente del Real Madrid.
Canarias no está discriminada
Un artículo de Vidal-Foch me ha dado la alegría de comprobar que Canarias no sufre discriminación por parte del Gobierno central. O sea, que el PP nos machaca con su política de “recentralización” igual que a las demás comunidades autónomas. Hay, sí, algunas diferencias en el trato, derivadas de nuestra condición de reserva india de la que no debe culto Madrid pues somos nosotros quienes nos empeñamos en vivir aquí.
Parte el articulista del recordatorio de que en 2014 España fue el país más deficitario de la UE, sólo superado por Chipre. El Gobierno incumplió el compromiso con la UE de reducir el déficit público al 5,5% del PIB. Es cierto que lo redujo y que le faltaron apenas tres décimas para cumplir; lo que no es una desviación importante. Rajoy aprovechó el dato de la reducción para insistir en uno de sus argumentos de campaña preferidos: si el PP no gobierna la próxima legislatura, todo lo conseguido se irá a hacer puñetas. Y aunque el Gobierno no lo dijera con claridad, no fuera a levantar la liebre, no se privó de dejar caer que si no se redujo más, hasta cumplir el compromiso de déficit máximo, fue por culpa de las comunidades autónomas.
Viene a decir Vidal-Foch que Rajoy ha hecho trampas. No a la UE, Dios nos libre, sino a los españoles. Porque el acercamiento al objetivo de déficit, no alcanzado por poco, insisto, no se debe a una mejor administración sino a que los contribuyentes pagamos en 2014 más impuestos y a que la financiación del conjunto de sanidad, educación y servicios sociales bajó del 45,5% del PIB al 43,6%. Como siempre, los españoles pagando de su bolsillo, con el “extra” añadido de mayor retroceso de su bienestar. Al propio tiempo, el déficit de Administración Central subió del 4,5% al 4,68%; nada que ver, pues, con la austeridad que predica, circunscrita a los Ayuntamientos, que son los que registraron superávits.
Pero es lo ocurrido con las autonomías lo más significativo en relación de la política pro centralista del PP. Apenas se ocultan los peperos para afirmar que mientras el Estado se esfuerza en ahorrar, en cumplir con los objetivos de déficit, las autonomías gastan sin ton ni son. Ya saben, aquello de que España tiene más autonomías que landers Alemania a pesar de tener mucha mayor población. Con olvido, engañoso, de que las comunidades españolas las delimita el territorio, no la población.
Es cierto, desde luego, que las autonomías fueron las que menos se acercaron al 1% que se les fijó como objetivo de déficit que les fijaron. Pero no lo es menos que ese objetivo, el 1% o sea, lo impuso la mayoría gubernamental en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. No fue aceptado voluntariamente por las comunidades, a las que no se les oculta que su gasto público es un tercio del total por lo que debió autorizárseles un déficit también de un tercio, no del quinto que se le fijó. Hacienda era muy consciente de la imposibilidad de que cumplieran; como así fue: acabaron 2014 con un tercio de déficit de lo que se vale el Gobierno para promover el centralismo en la opinión pública.
Según Vidal-Foch, este año volverá a ocurrir. Habrá déficit autonómico. El objetivo es no rebasar el 0,7% frente al 3,5% del Gobierno central. Lo que quiere decir que el gasto de las autonomías, presentado en forma de despilfarro, se atribuirá de nuevo a escuelas y hospitales sobre los que hay, ya saben, una notable presión privatizadora. La “externalización” que le llaman ahora. Ya en otra ocasión les comenté que el Gobierno no se ha aplicado la austeridad que impone y no ha reducido sus efectivos ni siquiera en las materias transferidas.
La mala fe de la política del Gobierno central se manifiesta en que, a pesar de la caída de los ingresos autonómicos propios, el Gobierno sigue aplazando la ley de financiación de las autonomías. En su lugar creó instrumentos, como el fondo para “asegurar” la liquidez de las comunidades, que no soluciona los problemas estructurales sino que está diseñado para obligar a las comunidades a someterse a los dictados del gobierno central si quieren que les den perras. Lo del que se mueva no sale en la foto. Cuando el Gobierno recuerda a alguna comunidad díscola que cuando se encontraban con problemas para pagar a proveedores, en ocasiones incluso nóminas de funcionarios autonómicos, se refiere a ese fondo que le sirve, por un lado, para hacerle ver frente a los supuestos derroches de las comunidades se alza la previsión responsable del centro que le permite acudir en ayuda de las comunidades que por su mala cabeza se han quedado sin liquidez. Lo que poco a poco va creando un ambiente de opinión favorable a la centralización. Ya en los primeros momentos del Gobierno Rajoy comenzó a hablarse de las demasiadas autonomías, de diecisiete tribunales superiores, diecisiete parlamentos y llegó a acuñarse el término “recentralización” como algo deseable. De pronto se hizo el silencio, posiblemente porque las autonomías habían generado su propia clase política que vio en la tal recentralización una pérdida del poder que habían adquirido. Debieron descubrir que las cosas no habían madurado lo suficiente y que era preciso un tratamiento como el que les ha permitido la crisis en la que el fondo de liquidez es un arma que invita a los gobernantes autonómicos a mostrarse sumisos porque si se reviran es peor.
Quizá anden por ahí las causas del maltrato presupuestario a las islas y la demora sine die de la reforma de la parte económica del REF, la que concierne a la mayoría de los canarios, una vez realizada la fiscal para tranquilizar al empresariado isleño, que sólo reacciona cuando les aprietan el bolsillo y no ve mucho más allá de su narices. El objetivo de la parte económica del REF es asegurar a los canarios su igualdad con el resto de los españoles, compensarlos por la lejanía del resto del territorio peninsular, de inconvenientes como los de la imposibilidad de conexión con el sistema eléctrico, la red de ferrocarriles o la de carreteras por mencionar los más evidentes. Quiere Madrid que esos aspectos dejen ser materia de un régimen especial, que ya cuenta con una tradición de medio siglo, para convertirlos en un capítulo más de los Presupuestos Generales del Estado, que pueden variar de un año a otro de acuerdo con las prioridades del Gobierno de turno. En ese sentido, la recentralización, en lo que a Canarias se refiere, trata de imponerse a la realidad geográfica. No plegarse a eso es a lo que el PP llama “estrategia de confrontación con Madrid”. Dicho sea sin negar que hay políticos isleños que busquen la confrontación por entender que es una forma de ganar votos. Y conste también que no considero un caso de confrontación de este tipo la pelotera de las prospecciones petrolíferas en que fue el Gobierno central, estimulado por políticos canarios y sectores empresariales de las islas los que propiciaron el enfrentamiento hasta llevarnos a la conclusión de que con esta autonomía estamos a merced de las instituciones del Estado y que no podemos pasarnos la vida con la pancarta detrás de la puerta para echarnos a la calle porque no hay otra manera de que se nos escuche.
Las cosas de Australia
En este contexto, resulta evidente que Canarias no está siendo discriminada por el Gobierno, pues la política antiautonómica afecta a todo el país aunque se desarrolle de forma distinta. No es lo mismo Euskadi y Cataluña que esta roca donde ya casi no quedan almendros de dulce sombra. En cualquier caso, es evidente que los partidos políticos canarios no se implican en estos asuntos. Buscan poder y punto. Como se ha visto con el inicio de la privatización de AENA o en el asunto del incendio y hundimiento del Oleg Naydenov. Un par de comunicados, alguna declaración encendida y poco más. Según el PP, la ministra de Fomento no duerme de tanto estar a pie de obra, como si dijéramos; sin que nadie la aceche para sorprenderla dando alguna cabezadita. Que si fue o no un error sacarlo del puerto, que si el capitán no cerró las tomas de aire y que si tutú, que si tatá. Todo se va diluyendo por ahí para llegar a lo de siempre: a nadie se le pedirán cuentas pues las responsabilidades se disuelven con más facilidad que el piche, que ahora viene en galletas.
Pero iba de Australia Navarro, flamante aspirante pepera a la presidencia de Canarias. No entraré en cuanto ha prometido porque ya se sabe lo que hay; lo que no habrá, quiero decir. Pero si Pablo Casado vino a las islas con una misión evangelizadora, la encomendada a Navarro es de simple catequesis. Y para muestra el botón de cómo ha arremetido contra Paulino Rivero que, por cierto, no es candidato a nada. En primer lugar, habría que preguntarse si no será ciertos los rumores acerca de que Soria la dedignó para que Fernando Clavijo esté tranquilo, como no lo estaría de ponerle enfrente a un candidato/a de mayor envergadura; aunque no se me ocurre ninguno. La tesis apunta a que, de conseguir Clavijo la presidencia, el sospechado pacto CC-PP convertiría a Australia en vicepresidenta o por ahí y todos felices; ellos al menos. Ya veremos qué hacen el PSOE y los emergentes. Si por fin acaban de emerger.
Pero iba a Australia y Paulino. Porque me ha llamado la atención que la candidata se lance a prometer una batalla sin igual contra el paro del que culpa, lo que son las cosas, a la política del no candidato Rivero. Se limita a responsabilizarlo, como si la política de Rajoy nada tuviera que ver. Casi estoy por decirle que, ya puesta, haga Navarro las cosas mejor y proponga la introducción del “contrato cero” que se ha ido implantando en el Reino Unido como perfeccionamiento de la precarización del trabajo que tanto éxito ha tenido. Igual Rajoy la releva de la candidatura y la coloca en Madrid; como a Soria.
Ese contrato cero, dicho sea para quienes no estén al corriente, es el último grito en cuanto acercamiento al sueño dorado de más de un empresario de los que gastamos por aquí. Por él se compromete el trabajador a estar localizable las veinticuatro horas del día a la espera de que su empleador lo llame. Entonces, cuando lo llame, deberá acudir raudo a hacer el trabajo que puede durarle unas horas, una semana, un mes o más si es un tipo con suerte. Un trabajo, eso sí, pagado, que todavía no han encontrado el modo de que sea gratuito. Una vez concluida la tarea, a esperar una nueva llamada. El trabajador está obligado, por supuesto, a no realizar trabajo alguno para otra empresa y podrá deducir si está o no despedido del tiempo que permanezca el teléfono sin sonar. Este asunto ha estado presente en la campaña electoral para las elecciones del Reino Unido del jueves pasado. El candidato laborista, Ed Miliband, ha estado durante semanas escupiendo sapos y culebras contra lo que considera una “lacra”, lo que ha permitido a Cameron advertir al electorado de que él o Miliband, que es un radical que le ha metido el miedo en el cuerpo a los inversores.
Tras esta aportación desinteresada al programa de Navarro contra el paro, me pregunto la razón de su inquina contra Rivero que, como ya dije, no se presenta a estas elecciones. A lo mejor teme que ya tenga un echadero apalabrado; o lo que dicen los peor pensados de que Soria se ha buscado una candidata de tono menor para no inquietar a Fernando Clavijo con el que tiene algún pacto, pendiente de los resultados electorales, que aminore el posible batacazo del PP. Las elecciones de dentro de un par de semanas aclarará algo el panorama.
Pero no quisiera acabar sin subrayar que es Australia la que más ha destacado últimamente acusando a Paulino de buscar la confrontación con Madrid, concretamente con lo del petróleo. Es muy dueña de verlo así, pero, qué quieren, no es la primera vez que les digo que la iniciativa no fue de Paulino sino que se vio arrastrado por la dimensión que llegó a adquirir en la sociedad civil el rechazo a las prospecciones. Y puestos a adjudicar iniciativas a la confrontación, no está de más recordar que el presidente de Repsol, Antonio Brufau, llegó a decir que la compañía siguió adelante con las prospecciones por la presión del regulador, o sea, Soria en plan ministro. Quien, por cierto, se agarró tremendo cabreo cuando la compañía levantó el campo y se fue a destrozar a otra parte. Ahí está, sin ir más lejos, la amenaza de multa por el abandono. Mejor haría Navarro en pensarse las cosas antes de lanzarse al ruedo.
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