El Parador de La Gomera, un verdadero museo en el corazón de la capital
Miramos el Parador quizá como ese emblemático edificio encaramado sobre las lomas de San Sebastián donde la calidad de sus servicios, la atención a los visitantes y la gastronomía gomera sorprenden a nuestros turistas. Y no andaríamos desencaminados. Pero este señero complejo es más, mucho más. Les propongo acompañarme a descubrir un verdadero museo de arte en el corazón de la capital.
Este complejo conserva un interesante conjunto de obras proveniente de diferentes lugares que forman parte del patrimonio de Paradores Nacionales. Cada rincón del edificio alberga pinturas, grabados, esculturas o arte mobiliar correspondientes a los siglos XVII, XVIII, XIX y XX. Una muestra artística que quizá pase inadvertida para muchos, pero que tiene un interés enorme en una isla falta de un espacio para acoger permanentemente este tipo de obras.
Quizá una de las estrellas del patrimonio del Parador de La Gomera sea el escritorio del siglo XVII dispuesto en uno de los salones. Cerrado en el frente por un tablero abatible, presenta una cerradura con placa de hierro recortada y calada a modo de escudo. En cuanto a sus cajones, están tallados y dispuestos alternadamente, consistiendo en sencillas molduras y arquerías con semicolumnillas y arcos con semicolumnillas exentas.
Los retratos son otra de las tipologías más destacables del patrimonio del Parador. Destaca no sólo los de los Reyes Católicos, sino incluso un retrato de corte que es copia del siglo XVI y que corresponde a una dama ataviada según la moda de este siglo. Podría, quién sabe, responder a Beatriz de Bobadilla, Señora de la Isla y uno de los personajes fundamentales del tránsito de los siglos XV al XVI.
Confieso que una de mis obras predilectas del Parador es una representación de la Divina Pastora. Estilísticamente corresponde a una pintura del siglo XVIII. La Virgen aparece aquí junto al cordero y sostiene sobre su mano una rosa; una iconografía que tuvo gran éxito en la Sevilla del siglo XVII y que luego fue llevada a América para mayor devoción de los grandes conventos del otro lado del Océano.
También podemos descubrir otra interesante pintura de la Virgen del Rocío en su aparición a un pastor junto a su rebaño y que corresponde a los modelos adoptados en el siglo XVIII, sobre todo en la baja Andalucía y que tuvieron tanto éxito en otros puntos de la geografía española y americana.
Pero no puedo olvidarme de una vera efigie de la Virgen de Candelaria, con el niño y la candela, obra presumiblemente del siglo XVIII en el que descubrimos todo el esplendor del rostrillo de la Patrona de Canarias. Sin duda, una de las pocas representaciones marianas bajo esta advocación que aún se conservan en la Isla.
Si hay un autor cuya obra ha conseguido singularizar el paisaje gomero ese es sin duda Guido Kolitscher. Este grabador de origen austriaco tiene numerosas obras en el Parador desde los años 80 y son un verdadero recorrido por la geografía insular que no deberías perderte en tu próxima visita al Parador.
Decenas de obras de arte componen el tesoro artístico del Parador. Aquí he querido reseñar tan solo algunas, una mínima parte del patrimonio de este complejo. Un verdadero museo que quizá pase desapercibido ante nuestros ojos, pero que son un verdadero reclamo y un valor añadido para este edificio, una de las joyas de la corona de los Paradores Nacionales.