Espacio de opinión de La Palma Ahora
Atrapados en el tiempo (II)
La copa de ‘Licor Cacao Pico’ que nos dio Alfredo no solo nos hizo dormir nada más caer en la cama, nos trajo dulces sueños, pero estos serán contados otro día. El Hotel Casanova no tenía ascensor, estábamos en el cuarto piso, el último. Al bajar por las escaleras nos cruzamos con algunas de las chicas que empezaban a subir con los chorlitos. Al llegar a la puerta del hotel, Alfredo, que estaba pendiente de cuando bajáramos, vino a dar con nosotros y decirnos que la secretaria del Sindicato de Prostitutas de París había estado en Chez Moustachez preguntando por nosotros, y que le había dicho que vendría un poco más tarde. Le dijimos a Alfredo que íbamos al Mercado Central a comprar algunas cosas de comer para tomarlas luego en su restaurant y que tardaríamos como unas dos horas. En el Mercado Central vimos a Néstor, Jack Lemon, que nos acompañó. Al ir con él, en todos los sitios que nos deteníamos a comprar, no nos querían cobrar. El Charro les iba diciendo que, por favor, que cuando cerrase el Mercado fueran por Chez Moustachez a tomarse tres copas de ‘Integral’, que estaban invitados. Néstor se quedó en el Mercado y nosotros fuimos a dar con Alfredo, al que le dimos la compra y le dijimos que nos hiciera un variado de lo que le habíamos traído. Alfredo nos puso tres botellas de ‘Integral’ en la mesa y nos dijo que íbamos a empezar por los quesos de distintas regiones. A los quesos le siguieron las ostras, los patés y el magret. Al finalizar el magret llegó la secretaria que le comentó al Chivato que todas las prostitutas del sindicato querían iniciarse. El Chivato le respondió que en este caso era mejor que viniesen a La Palma en grupos de doscientas a lo máximo.
El Chivato Tántrico nos comentó que para finalizar la iniciación de las chicas, que había comenzado el día anterior, íbamos a necesitar seis días más. Al cumplirse el séptimo día, el último de la iniciación, empezamos a hablar de que estábamos atrapados en aquel tiempo, en el año sesenta y tres, y en la película Irma la Dulce. Habíamos hecho algunas salidas fuera de la Calle Casanova y nos seguíamos encontrando en el mismo tiempo; quisimos hablar desde los móviles pero no lo pudimos hacer, una centralita nos decía que los móviles no se habían inventado todavía. El Charro y El Chivato Tántrico echaron las cartas para intentar entender lo que nos estaba ocurriendo y cómo salir de ello; nos dijeron que debíamos de cenar, y que en la mesa nos irían diciendo lo que teníamos que hacer. Al acabar de comer fuimos al Sena, formamos con nuestros cuerpos una estrella de seis puntas: El Chivato Tántrico, Ninnette, Miguel, Lissette, El Charro y Alma; nos dimos las manos, luego nos abrazamos, recitamos un mantra y visualizamos la Playa de El Puertito. Perdimos la conciencia y al recobrarla estábamos tendidos en la playa en la misma posición de estrella de seis puntos. Al ver que El Puertito estaba desierto nos dimos los seis un baño desnudos y luego subimos caminando a casa.
Desde la primera curva en la que se empieza a divisar la vivienda nos percatamos de que todas las luces estaban encendidas y de que, desde dentro, sonaba música. A medida que nos acercábamos íbamos reconociendo la música, francesa y de principio de los sesenta. Al llegar al portal de la casa nos estaba esperando Alfredo, Chez Moustachez, que nos dijo que esto era una sorpresa, que habían venido todas las chicas y los chulos de la calle Casanova, a darnos una fiesta sorpresa de bienvenida a La Palma. Nos dijo que disculpásemos a Billy Wilder, que se había tenido que quedar montando la película, y que nos enviaba muchos recuerdos. Entramos en la casa, las chicas no paraban de cantar y bailar, todos estaban bebiendo ‘Integral’ de Cava Llopart. Irma, con sus medias verdes y su perrita, junto con Néstor, vino a dar con nosotros. Nos sentamos con ellos y Alfredo en el mismo sofá en el que vimos ‘Irma la dulce’. El Charro abrió tres botellas de ‘Integral’. A nosotros se nos tiñó la cara de cierta incredulidad, si no entendíamos aún lo que nos había ocurrido en París, al entrar en la calle Casanova, no entendíamos lo que nos estaba ocurriendo ahora mismo, y en nuestra casa. ¿Seguíamos atrapados en el tiempo, en el año sesenta y tres, y en la película de Billy Wilder, ‘Irma la dulce’?. Los invitamos a ver la película. Después de verla con ellos, las chicas y los chulos, Alfredo que se percataba de nuestro desconcierto, nos picó de un ojo mientras nos decía que todo tiene un porqué y una explicación, y que nos lo iba a contar. El Charro se levantó y le dijo a Alfredo que esperase un momento, que iba a traer seis botellas de ‘Integral’, que para escuchar su historia iba a tener que abrir las botellas de seis en seis. Alfredo le respondió, picando otra vez de un ojo, que de acuerdo, que de todas las maneras iba a tener que dar muchos viajes, y que al irnos a acostar nos lleváramos para la cama, cada uno, una botella de ‘Licor Cacao Pico’, el de mi querido amigo Pablo Merello. Pero lo que sigue, lo que sigue, os lo tendré que contar en otro momento, porque yo ya no sé en donde me encuentro.