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La Orquesta Clásica de Cámara de la Asociación Academia de Instrumentos Musicales Cajacanarias o cómo comenzar a hacer realidad un sueño

Elsa López

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Fue un hermoso concierto. Un concierto especial con una orquesta especial en un lugar especial. Eso fue, sencillamente, lo que ocurrió el viernes 30 de agosto en la Parroquia Matriz de El Salvador de Santa Cruz de La Palma. El concierto lo ofrecía una joven orquesta de cámara que inauguraba así su nueva andadura por los territorios de la música: La Orquesta Clásica de Cámara de la Asociación Academia de Instrumentos Musicales Cajacanarias. La academia fue creada en 1978. Era necesario cubrir un vacío en una isla musical por excelencia y ese vacío decidió llenarlo de contenido Julio Hernández Gómez. De entonces a acá han sido muchos los sinsabores y las dificultades a las que ha tenido que sobrevivir esta academia. Pero el viernes ocurrió ese pequeño milagro que surge de la voluntad de una serie de personas y de instituciones dispuestas a hacer lo que parecía imposible. La academia, que en la actualidad se encuentra bajo la dirección de Juan José Méndez Rodríguez, dio un pequeño salto y voló muy alto. La música se abrió camino por los pasillos de la iglesia, inundó los altares, las hornacinas, los fanales y las lágrimas de cristal de los altos techos de la Iglesia de El Salvador.

Fue lo que yo vi y lo que escuché. Un pequeño grupo de música de cámara con cinco violines, dos violonchelos y un contrabajo interpretando una serie de piezas con tal maestría y tan buena afinación que nos hicieron vibrar en los bancos. La iglesia a rebosar, los jóvenes músicos llenos de fuerza y entusiasmo, los organizadores y padres del proyecto asistiendo con temor y alegría al parto de una nueva criatura que ha venido para llenar un hueco que necesitaba llenarse. La música en La Palma tiene un nuevo desafío. Y por eso creo que el viernes fue un día diferente para todos los que estábamos allí. Y lo creo por muchas razones: estábamos reunidos para celebrar el comienzo de una gran aventura cultural; el comienzo de una orquesta que ha nacido en nuestra isla y que será una muestra más del espíritu sensible que nos caracteriza. Esta es una isla de larga tradición musical. Ser representada como tal con una orquesta de cámara propia que defina esa condición, es una prueba de cómo renacer y construirse en medio de tanta desolación.

Cuando miramos alrededor y vemos lo que el mundo está destruyendo, cómo la humanidad en su soberbia arrasa, quema, y aniquila sin compasión lo que otros seres humanos construyeron un día y se borran del mapa pueblos y culturas enteras por la voluntad ciega de unos hombres ambiciosos y crueles, el que en un rincón del planeta alguien quiera construir y levantar un pequeño reducto de armonía y progreso, es digno de alabanza. Porque eso fue lo que presenciamos. No era solo un concierto, era algo más. Esta orquesta de cámara es un reto cultural que nos hará soñar en el futuro musical de nuestros hijos; que nos hará sentir orgullosos de haberla creado y mantenido viva y que, en definitiva, nos hará ser mejores. Una orquesta de cámara que esperamos crezca y se haga grande y fuerte. Una orquesta pequeña en apariencia, pero repleta de energía, con unos jóvenes dispuestos a luchar por un sueño. Dispuestos a sacrificar horas, días y años por amor a la música y a quienes desean escucharla y vivirla con ellos.

Y desde aquí, desde este lugar que hoy nos une, la isla de La Palma, quiero agradecer esta iniciativa a la Academia de Instrumentos Musicales CajaCanarias y a la Fundación CajaCanarias por esta muestra de generosidad cultural que nos hará mejores aún, que nos permitirá educar a nuestros hijos en la paz de la música y en la concordia de lo que engrandece nuestro espíritu. Gracias a la Parroquia Matriz del Salvador y a su párroco por recibirnos en esta casa siempre dispuesta a abrir sus brazos a la música, la literatura y el arte; a la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma por su apoyo, al maestro don Juan José Méndez Rodríguez, director de la Academia y responsable del proyecto, por su entusiasmo y entrega y por su incansable lucha a la hora de difundir la labor pedagógica de la academia. Y a Julio Hernández Gómez por sus sueños.

Nuestros hijos heredarán una orquesta de cámara propia, una muestra, entre otras muchas, de cómo quisimos que fuera su mundo. La orquesta estará compuesta por un número aproximado de diez componentes, la mayoría de la isla o vinculados con ella; alumnos y alumnas del último ciclo de la academia o que realizan sus estudios superiores fuera de La Palma, pero siempre afines al centro. Habrá conciertos con músicos de reconocido prestigio invitados por la orquesta y se darán conciertos en colegios, en ocasiones señaladas de la vida cultural de la isla y en momentos en que la música debe estar presente como un símbolo de unión y de esperanza entre las gentes de buena voluntad. Y crecerá, seguro que crecerá. Y un día tendremos en La Palma la orquesta sinfónica que nos merecemos. Yo, quizá, no lo vea, pero sé a ciencia cierta que mi último nieto de sólo tres años que ya aporrea pianos y tambores, pertenecerá a ella.

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