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Transvulcania

Julio M. Marante

La esperanza promocional de La Palma se encarnó hace unos días en los casi cuatro mil participantes de la Transvulcania. El paisaje de la Isla se ofrecía a los corredores como un milagro de mar a cumbre, en cada recodo del camino. La orografía palmera ha convertido esta prueba en una aventura única y sin parangón alguno. Esa es una realidad de la que hablan miles de deportistas después de recorrer kilómetros y más kilómetros sobre la epidermis de una tierra que ni los propios palmeros conocemos en su totalidad. No existe demagogia en aquellos participantes que elogian la prueba, la ruta seguida y el grado de dificultad vivido en esta décima edición de la Transvulcania, pero algunos de ellos han mostrado su disgusto por la poca difusión del acontecimiento en los periódicos de Canarias. Los deportistas se quejan con razón. Una prueba internacional de esta magnitud no puede quedar al margen de lo que, deportiva y emocionalmente, fue para ellos una gesta que raya lo épico.

No basta la comunicación local, nacional e internacional aportada por las nuevas tecnologías, y que los propios protagonistas han subido a las redes sociales. Parece que la epidemia de la envidia que nos enfrenta a los canarios de distintas islas ha acabado con la sagrada lealtad que los medios escritos deben tener por el equilibrio entre islas mayores y menores, provocando una vez más, el sentimiento de frustración que a los palmeros nos atrapa desde hace años. ¿Qué debemos hacer para acabar con la marginación de la que somos objeto? He escuchado con atención el video de un corredor de Gran Canaria enojado con medios de su propia isla, Canarias 7 y La Provincia, por no haberse hecho eco de una prueba de este nivel, cuando culminarla – afirma – ha sido una heroicidad para cualquier corredor. La Transvulcania de La Palma tiene los fundamentos necesarios para ser considerada como una de las carreras de montaña más prestigiosas del calendario deportivo. Han sido los propios participantes, quienes la han catalogado como una de las ultramaratones más duras del mundo, tal es así que desde 2015, la organización empezó a requerir a los inscritos la justificación de sus capacidades para superar con éxito las distancias. Así, en la presente edición, en medio del espectáculo que dieron las grandes estrellas, los deportistas canarios reclamaron su cuota de protagonismo y bajaron sus tiempos con respecto a ediciones anteriores.

Estanislao Rivero, Miguel Ángel Hernández, Samuel Fernández, Aythami Sánchez, Cristo Almeida, Iván Cáceres, Jordan Lorenzo, Joel de Paz y un larguísimo etcétera, junto a féminas como Raquel Rivero, Ana Belén Martín, Iballa Castellano, María Ruíz, Yessica Pérez, Ana Begoña González… son deportistas canarios, algunos de ellos palmeros, que han destacado en las diferentes distancias de una prueba en la que se dejaron el alma. Es cierto que el español de origen catalán Pere Aurell, seguido del ruso Dmitry Mitvaev, hizo el mejor tiempo de los atletas masculinos y que la sueca Ida Nilsson fue la heroína de la jornada, al ser la primera mujer en entrar en la meta, y hacerlo por tercer año consecutivo, pero los atletas de esta tierra han mostrado un horizonte de progreso extraordinario. Es por eso, que duele la opacidad informativa a la que aluden algunos deportistas. No resulta extraño su descontento, puesto que han sido medios canarios, los que les han herido en su pequeña vanidad, los que han ninguneado su esfuerzo maratoniano por los senderos de La Palma, sin regalarles la muestra cariñosa de un modesto comentario. Tal vez por ello, y sin otra pretensión, les ofrezcamos este pequeño homenaje. Se lo han ganado con creces… Ahora bien, han de recordar siempre que lo sucedido es sólo un ejemplo de exclusión de la que los palmeros han sido objeto durante años. Agravios comparativos, cuando las sombras de El Teide y El Nublo nos separan; islas mayores y menores, islas centrales y periféricas, la doble insularidad, el pleito insular y, en este caso, la indiferencia informativa hacia unos deportistas que no saben de rivalidades, a los que les bastaba un reconocimiento en una nota de prensa para que supiera su gente, la de Gran Canaria, que habían estado aquí, en La Palma. En la cumbre de un corazón que late al ritmo de volcanes, en una de las pruebas de montaña más acreditadas del mundo.

Me decía alguien al ver y escuchar el video: ellos están molestos y nosotros acostumbrados… Es verdad, nos faltan la tenacidad y la resistencia que tienen los transvulcanos, un ejemplo a seguir por los palmeros que, erguidos en nuestro derecho, no debemos admitir la indiferencia informativa que ha rodeado esta prueba, y mucho menos que La Palma se vea relegada en otros aspectos de la vida, y que se nos niegue el pan y la sal de una manera tan torpe y enfermiza.

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