En recuerdo de Miguel Jiménez Amaro
Miguel Jiménez Amaro, con tu manera de ser irradiabas simpatía y alegría, haciéndonos deleitar con exquisitos platos combinados que nos preparabas de vez en cuando en el establecimiento que regentabas, Las cosas buenas de Miguel.
¿Por qué te has ido sin decirnos adiós si contigo todo era humildad, humanidad y generosidad? No hay palabras que puedan expresar lo que tú has significado para tu pueblo, el mismo que un día te vio nacer. ¿Por qué has abandonado esas viejas callejuelas, las mismas que te vieron crecer? Has dejado un reguero de dolor y tristeza entre tus seres queridos, tus amigos y demás personas. Ahora cada gesto tuyo, cada mirada, cada palabra, quedarán por siempre grabadas en nuestra memoria y serán los que nos recuerde constantemente aquel ser irrepetible que fuiste.
Aunque Dios te haya llamado, querido amigo, para nosotros tú siempre estarás vivo. Serán tus recuerdos los que permanecerán en nuestros corazones y el consuelo de haber conocido a una persona extraordinaria como los has sido tú, con esa manera de ser que te caracterizaba con un comportamiento ejemplar más que demostrado con las personas que te rodearon así como con aquellas otras personas que entraron en tu establecimiento y tuvieron la suerte de haberte conocido.
Por lo que has sido y has hecho en esta vida, una luz se ha encendido en la noche convertida en una brillante estrella que por siempre nos iluminará allá en donde quiera que nos encontremos.
La huella que tú has dejado
no habrá nada que la pueda borrar
ni los días de lluvia, de frío o de viento
porque es inmensa como el mar.
Le rogamos al Señor para que siempre te tenga en tu santa gloria y que, a partir de ahora, nos ayude a aceptar que es ley de vida y que todos nosotros más tarde que temprano también acudiremos a su lado.
DEP ¡Amigo!
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