“Si no me entregan ya los medicamentos para la hepatitis C, me encierro en el Hospital”

Ricardo Ciuffardi padece una hepatitis C desde hace 30 años. Foto: LUZ RODRÍGUEZ.

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

Su estado de salud, asegura, “es límite”. Ricardo Ciuffardi, escultor italiano residente en La Palma desde hace 17 años, está desesperado, sufre continuos dolores y ha dado un ultimátum a los responsables sanitarios: “Si este miércoles no me entregan en el Hospital General los medicamentos para la hepatitis C que padezco desde hace 30 años, me encierro allí mismo, en la puerta de la Gerencia, con mi hijo”. Este enfermo hepático, según la documentación que ha mostrado a LA PALMA AHORA, tiene prescrita una medicación por el digestivo López Artímez, con fecha 23 de marzo de 2015. “El tratamiento de este paciente, dado que no dispongo de la mutación Q80K pedida el 6 de noviembre de 2014, creo, en mi humilde opinión, que debe ser Sofosbuvir, Declatasvir y Ribavirina”, señala el citado especialista en el informe de Ciuffardi. “Las medicinas, por ley, se deben entregar, como máximo, tres semanas después de haber sido prescritas, pero la excusa que me dan es que hay que buscar un tratamiento más económico para ahorrar dinero y poder curar a más pacientes, y, por otro lado, que deben crear un comité de evaluación con el fin de que otros especialistas den su opinión sobre el informe de mi médico,” , explica este enfermo, quien afirma que “en el Plan Nacional para el Abordaje de la Hepatitis C en el Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad, no hay ningún punto que diga que un hospital tiene que crear un comité médico de evaluación, puesto que ese comité se constituye a nivel nacional”. “Ese plan estratégico que se ha establecido después de la lucha de los enfermos de hepatitis C, en La Palma no se está aplicando”, apunta.

Concentración en el hospital

Lo cierto es que Ricardo Ciuffardi, a día de hoy, no tiene ningún tratamiento para curar su enfermedad y desconoce cuándo dispondrá de él. “No me han dado ningún plazo, y lo único que tienen que hacer es ir a la farmacia del hospital, coger los medicamentos y dármelos, porque me los ha recetado el digestivo”. Este miércoles, a partir de las 11.00 horas, junto a un grupo de enfermos hepáticos de la plataforma, se concentrará ante la Gerencia, y “si no consigo que me entreguen la medicación, me encerraré con mi hijo allí mismo”, adelanta. También contempla una huelga de hambre. “Mi cuerpo no la resistiría, porque, aunque lo vomito todo, no puedo estar sin comer porque me desmayo, pero mi hijo la quiere hacer por mí”.

La salud de Ricardo, señala, empeora cada día que pasa. “Me siento un lagarto, una babosa, por el suelo, muy mal, me paso cinco días de la semana en cama, tengo dolores de cabeza y musculares muy fuertes, punzadas en el hígado, picores en todo el cuerpo –me he tenido que cortar bien las uñas para no arrancarme la carne- y todo lo que como lo vomito”. “Además, estoy hinchándome y perdiendo vista, no puedo caminar casi nada y padezco también problemas neurológicos, desequilibrios emocionales y hasta agresividad porque esta enfermedad te pone muy nervioso”, subraya. “Y a pesar de los dolores, no puedo tomar ningún medicamento para aliviarlos puesto que afectaría aún más a mi hígado y se agravaría la situación; todos están contraindicados para mí”, se lamenta. “Llevo más de un año en la fase tres de la enfermedad, pero seguro que si hoy me hicieran un fibroescaner, confirmaría que estoy en fase cuatro”, comenta.

“Los enfermos de La Palma no quieren dar a conocer su enfermedad”

No hay datos disponibles sobre el número de enfermos de hepatitis C en La Palma, aunque Ricardo estima que son más de 2.500. “En la plataforma somos pocos y no hay contacto con otros afectados porque en la Isla la gente no quiere dar a conocer su enfermedad”.

A los problemas de salud, se suman los económicos. “Soy escultor y ahora no puedo trabajar, me paso casi toda la semana en la cama, no tengo ninguna ayuda, y mi hijo tampoco puede tener un empleo porque necesito que esté conmigo; yo no puedo hacer nada, ni conducir, él tiene que acompañarme a todos lados; somos dos personas que no tenemos para comer”. “La lucha por un tratamiento me está agotando aún más”, concluye.

Este periódico ha intentando conocer la versión de la Gerencia del Hospital General sobre el caso de Ricardo Ciuffardi, pero, hasta el momento, no ha sido posible.

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