Cazadores de asteroides: alumnos detectan más de 80 potenciales ‘enemigos’ de la Tierra

Impresión artística de la vista desde un asteroide. Los cuatro planetas gigantes se ven como puntos brillantes, pero Mercurio, Marte, la Tierra y Venus están demasiado cerca del sol para que se vean.

Nekuni

Las Palmas de Gran Canaria —

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El cinturón de asteroides es un anillo entre las órbitas de Marte y Júpiter habitado por miles de objetos rocosos irregulares girando alrededor del Sol. Algunos de estos objetos, como el planeta enano Ceres o los asteroides Palas y Vesta, han sido identificados, pero se cree que aún quedan unos 800 mil por detectar, incluidos algunos que podrían acercarse peligrosamente a la Tierra. Ahora, varios grupos de jóvenes canarios han puesto su granito de arena para registrarlos a través de un esfuerzo científico colaborativo.

30 centros educativos del Archipiélago han participado este año en el proyecto de Cazadores de Asteroides, detectando 83 candidatos. La participación de los alumnos canarios está promovida por la Agrupación Astronómica de Gran Canaria (AAGC) y organizada por el programa STEAM de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, que tiene como objetivo fomentar las vocaciones científicas entre los jóvenes de las Islas, y especialmente entre las alumnas, a través de los métodos de educación innovadores.

“No hay mejor forma de enseñar cómo se hace ciencia que haciéndola”, asegura Orlando Rodríguez, miembro de la AAGC y profesor del IES Joaquín Artiles de Agüimes.

Bajo su tutela, participaron en el programa cerca de 90 alumnos de las clases de 4º de la ESO y 1º de Bachillerato de la asignatura de cultura científica, una asignatura de reciente creación que enseña a los niños los rudimentos del pensamiento científico de manera interdisciplinar. Los estudiantes detectaron seis objetos en movimiento en las imágenes que tuvieron que analizar y ahora quedan a la espera de que los astrónomos profesionales confirmen si son objetos previamente no identificados o si ya están incluidos en el catálogo de asteroides. En caso de que se confirme que han identificado un nuevo asteroide, los estudiantes tendrán la libertad de nombrarlo como reconocimiento por su trabajo investigador.

El programa está diseñado para que cualquier estudiante pueda participar sin necesidad de conocimientos astronómicos o técnicos previos. Los telescopios Pan-STARRS (Panoramic Survey Telescope and Rapid Response System) de la Universidad de Hawái entregan a los grupos de voluntarios varias series de fotos de diferentes secciones del espacio sacadas en ráfagas. Analizando con atención cada secuencia de imágenes, los jóvenes buscaron luces que cambiaran de lugar y, de la mano del software libre Astrometrica, marcaron estos objetos en movimiento como potenciales asteroides.

Aunque el proceso sea sencillo, Orlando asegura que “están haciendo ciencia pura y dura” y subraya que el nivel de precisión con el que trabajan es “increíble”, comparable con ver “si una moneda de un euro a diez kilómetros de distancia es cara o cruz”.

Los datos que estudian los alumnos isleños provienen de dos telescopios del sistema Pan-STARRS equipados con cámaras digitales de 1,4 y 1,5 gigapíxeles, una resolución 100 veces superior a una cámara digital convencional, que fotografían continuamente los cielos de Hawái.

El resultado del trabajo de estos dos telescopios es el mayor repertorio de información espacial jamás publicado. Las imágenes lanzadas en abierto en enero de 2019 por el programa Pan-STARRS contienen más de 1,6 petabytes de datos. Teniendo en cuenta que un petabyte es un millón de gigabytes, esta masa de información equivaldría a 30.000 veces el contenido de texto de toda la Wikipedia.

“La cantidad de imágenes disponibles es brutal, pero nos necesitan a nosotros para procesarlas”, explica Rodríguez.

Según el profesor, los humanos han mostrado ser mejores en la detección de asteroides que la inteligencia artificial. Los sistemas informatizados pueden procesar ingentes cantidades de información y detectan muchos objetos en movimiento, pero dan un número de falsos positivos tan elevado que crean un cuello de botella en la verificación posterior que reduce la efectividad de sus análisis.

La IASC (International Astronomical Search Collaboration), la agrupación de una veintena de instituciones astronómicas internacionales que coordina estos programas de “cazadores de asteroides” por todo el mundo, nace para aprovechar el potencial investigador de los jóvenes y niños y así darles una oportunidad de vivir una experiencia de “ciencia ciudadana” de primera mano.

Rodríguez cree que este tipo de actividades obedecen mejor a su concepto de la educación. “En clase no solo hay que transmitir conocimientos, sino también levantar curiosidades”, dice.

Aunque los datos están producidos y almacenados por la NASA, Orlando defiende que este es un trabajo hecho para toda la humanidad. “Al fin y al cabo, la universalidad es un valor fundamental de la ciencia”, asegura.

El objetivo principal de estas observaciones de la NASA sin duda afecta a todo el planeta. Con estos datos, la agencia espacial estadounidense quiere mejorar la detección de asteroides que pasen cerca de la Tierra para poder evaluar si son una amenaza y diseñar protocolos de acción en caso de peligro.

“Los alumnos están ayudando a que podamos saber dónde estará mañana un objeto del tamaño de una montaña que se mueve a la velocidad de una bala”, explica el profesor, recordando que en 2013 cayó un meteorito relativamente pequeño causó cerca de 1.500 heridos. “Si cayera uno del tamaño de los que estamos estudiando, el coronavirus sería el menor de nuestros problemas”, asevera.

Precisamente debido a la crisis sanitaria desatada por el coronavirus, los centros educativos canarios han suspendido la segunda campaña de caza de asteroides programada para este año. Orlando asegura que los estudiantes podrían seguir participando desde casa, pero que a menudo se enfrentan a problemas técnicos como la falta de equipos o de conexión a internet.

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