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Análisis

Algo se mueve en Junts: el debate sobre la sucesión de Puigdemont deja de ser tabú

Carles Puigdemont , en agosto de 2025, en Prada de Conflent .

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El pasado miércoles era un día importante para Junts. Debían responder al guiño lanzado por Pedro Sánchez en Rac1 y 2Cat, que les invitaba a rehacer la relación con el Gobierno. Míriam Nogueras compareció ante los medios en la sede de Barcelona para explicar que, para ellos, nada había cambiado. Pero el hecho de que saliera sola y de que casi monopolizara la deseada cuota de pantalla que tuvo la formación ese día generó comentarios entre los periodistas que siguen habitualmente al partido.

Desde el partido consideran lógico que la líder en el Congreso dé la respuesta a Sánchez y aseguran que en la puesta en escena no caben interpretaciones políticas. Pero lo que nadie puede negar es que el runrún existe y que algunas de las decisiones de la cúpula de Junts parecen pensadas para hacer de Nogueras una posible candidata en Catalunya.

“Ha ganado experiencia en Madrid, conecta con el voto convergente tradicional pero también con el indepe de nueva hornada y, sobre todo, es un perfil que puede parecer idóneo para confrontar a Sílvia Orriols”, razona un experto en comunicación electoral que en su día trabajó para el partido.

Nogueras, una diputada que llegó protegida por Jordi Turull pero que ha crecido hasta tener una órbita propia, es uno de los nombres que comienzan a sonar como posible relevo generacional en Junts, aunque no el único. Y la novedad en el espacio posconvergente es justo esa: tras 10 años de mando absoluto de Puigdemont, en los últimos meses se ha comenzado a abrir un debate sobre su sucesión.

El 'puigdemontisme' se repliega

“Hay quien está queriendo enterrar al president [Puigdemont] antes de tiempo”, aseguró un dirigente de Junts sobre el clima interno de su propio partido en un encuentro con varios diputados de otras formaciones hace unas semanas. Una afirmación que resalta que, si bien las quinielas se han abierto, también hay personas de gran ascendente que mantienen intacto su apoyo a Puigdemont. “No es momento de experimentos”, sentenciaba este dirigente.

Según las fuentes consultadas por este diario, no existe ahora ninguna corriente relevante dentro de Junts que desee plantear un relevo forzado de Puigdemont, ni mucho menos cuestionar abiertamente su papel, más allá de voces minoritarias y muy localizadas. Pero sí se ha extendido la idea de que es hora de pensar en el día de mañana.

El regreso del líder a Catalunya siempre se había imaginado como un hito que podría relanzar el partido pero, tras la extraña visita exprés que hizo en verano de 2024, esas expectativas han bajado. Que el expresident pueda volver a Catalunya amnistiado es un deseo extendido en el independentismo, pero ya pocos confían en que acabe siendo un punto de inflexión electoral.

También hay algo parecido a un consenso, al menos de puertas para afuera, en que si Puigdemont desease volver a concurrir a unas elecciones, una vez amnistiado, nadie podría oponerse. El “president del 1-O” aún cuenta con un aura de legitimidad entre los suyos que nadie se atrevería a discutir.

Pero, llegado ese escenario electoral, sería muy determinante la elección de sus acompañantes en las listas, porque podría marcar el futuro de Junts. Sin olvidar que, si los resultados no fuesen los deseados en su último embate ante las urnas, la carrera sucesoria caería por su propio peso.

Las municipales, momento crítico

La actual coyuntura de Junts es complicada. El partido ha perdido poder institucional a marchas forzadas, hasta el punto de que solo cuenta hoy con una alcaldía en una ciudad de más de 50.000 habitantes, Sant Cugat del Vallès, y otras seis en localidades de más de 25.000 habitantes. Pero el gran peligro al que se enfrentan ahora es otro. Aliança Catalana, que no para de crecer en las encuestas, es muy eficaz robándole electorado.

“En las municipales sufrirán mucho”, pronostica un consultor político que trabajó en el Govern codo con codo con Junts. “Por eso una de sus cartas, que creo que les condiciona más de lo que parece, sería tratar de forzar unas elecciones generales antes de las locales. En el Congreso les podría ir bien y llegarían con impulso a las elecciones más difíciles, que son las municipales”, despliega.

En esa clave electoral piensan también los alcaldes y alcaldables de Junts. Desde el pasado verano, varios ediles se han mostrado muy inquietos por la deriva del partido y, aunque la sangre nunca ha llegado al río y cada conato de revuelta ha sido aplacado por la dirección, la desazón de los cargos que mantienen los feudos del partido generan un clima de opinión poco favorable a Puigdemont.

Pero, además, la propia cúpula del partido ha echado gasolina sobre la hipótesis electoral. Hace dos semanas el presidente del grupo parlamentario de Junts en el Parlament, Albert Batet, abandonaba esta responsabilidad para centrarse en un cargo de nueva creación dentro de Junts, la de adjunto a la presidencia, y también director de las campañas electorales que estarían por venir.

Batet, hombre que mantiene una obediencia inquebrantable a Puigdemont, ascendía en el partido y, de paso, ocupaba una plaza que venía a subrayar que Junts quiere estar preparado para el ciclo electoral. Su relevo es Mònica Sales, quien viene de ser su número dos y también una cara cada vez más conocida por la demarcación de Tarragona. Como portavoz del grupo colocaron a Salvador Vergés, en este caso un hombre de las comarcas de Girona y que también ha ganado relevancia en esta legislatura.

Como Nogueras en el Congreso, los dos nuevos perfiles con visibilidad en el Parlament son figuras emergentes en Junts. Y, además, están territorialmente repartidos: una de Barcelona, otra de Tarragona, un tercero de Girona. Los tres bien posicionados si hubiera que confeccionar de imprevisto una papeleta electoral.

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