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¿Adónde va el tiempo sin la madre? Lectura del caso de Juana Rivas a partir de la sociología histórica

Deméter y Perséfone. Mármoles del Partenón de Grecia. British Museum de Londres.
8 de agosto de 2025 11:47 h

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A estas alturas, nadie duda de que existe un problema con la justicia en España. No hay grupo social que no se sume a la carrera para interponer algún recurso contra la corrupción, la prevaricación, la falta de transparencia o la ineficacia del sistema judicial español.

Entonces, ¿por qué el caso de Juana Rivas suscita comentarios totalmente contrarios a esta dinámica social? ¿Quiénes son los que desacreditan a las madres que protegen a sus hijos de pederastas y maltratadores? Y la pregunta más importante: ¿por qué hay tan pocos profesionales dispuestos a defender a las madres?

Respecto a esta última cuestión, suele responderse que se debe a la falta de diligencia debida de los jueces y a los estereotipos machistas que impregnan la praxis de las instituciones españolas. Se menciona la persistencia del ideal romano del pater familias, un jefe y ciudadano de primera que ha mantenido hasta nuestros días la autoridad de vida o muerte sobre todos los miembros de su hogar. Sin embargo, en este debate se olvida algo más grave.

Cabe señalar que la persistencia de los estereotipos que enaltecen la figura del padre se asemeja a los edificios construidos sobre las ruinas de otros monumentos. La fortaleza de la figura del hombre se ha construido sobre las ruinas del ideal de la madre, en un espacio en el que todo significado histórico y autónomo de las mujeres, como el cultivo o la regeneración, ha sido destruido. Este matricidio fundacional de nuestra cultura occidental, este destierro de la figura de la madre, supone algo más que el paso de la veneración de Deméter, la diosa de la fertilidad y el cultivo en sentido amplio, a los ritos dionisíacos. Según afirma Luce Irigaray, entre otras, con la supresión y la invisibilización de la figura materna en la filosofía y la cultura occidentales comenzó el proceso de exclusión de la mujer del lenguaje y, a partir de ahí, de los más diversos aspectos de la vida y la ciencia.

Adriana Cavarero añade que la filosofía de Platón, al menospreciar el hecho de nacer de una madre y centrarse en el desarrollo de una cultura del pensamiento sobre asuntos más relevantes (según ellos), sentó las bases de una división entre el mundo de la vida y el mundo de las ideas. Esto, para empezar. Pronto llegaron más socios, entusiasmados con este nuevo espacio que acababan de crear, detestando a la Gran Madre y dando rienda suelta a todo tipo de fantasías sobre lo que es la vida. Todas ellas se idearon de espaldas a las experiencias vitales básicas de mujeres y niños. Sócrates bebió la cicuta imaginando que se trataba de un acto de liberación de su espíritu, una partida hacia su verdadero hogar y hacia las «cosas que siempre son», es decir, las ideas puras. A las mujeres las echaron de esta fiesta de despedida de gran pensador por llorar…

En la sombra de estos fastos de la desrealización filosófica surgieron nuevos símbolos y cultos que, hasta la fecha, motivan a la mayoría de las personas en su vida diaria, rigen la convivencia y la aplicación de las leyes. El énfasis de Freud en la relación padre-hijo y la relegación de lo materno al inconsciente no ha sido más que un andamio por el que han pasado los grandes mitos y matricidios fundacionales para convertirse en las estructuras psicológicas actuales. No debe extrañarnos, por tanto, que las epopeyas de Ulises, las guerras y todo tipo de hazañas que desprecian la vida constituyan un modelo único de sentido vital, como subraya Adriana Cavarero. Incluso las feministas, como Simone de Beauvoir, que al defender públicamente la despenalización de la pederastia inauguró lo que se conoce como el patriarcado interior, forman parte de esta historia.

Existen muy pocos referentes sobre la defensa del espacio autónomo de las mujeres, y aún menos sobre la maternidad, en nuestra cultura. En el ámbito español, María Zambrano fue una de las pocas que defendió la necesidad de reparar los vínculos primarios entre madres e hijas y quien reivindicó la representación de lo femenino fuera de los marcos masculinos. Zambrano escribió desde el exilio permanente, al igual que las madres protectoras y el resto de mujeres que han sido expulsadas de la celebración de la muerte por llorar y defender el propósito de la vida digna y feliz. Tanto hoy como antaño, sus quejas son, en palabras de Zambrano, las entrañas de la historia que albergan múltiples posibilidades de creación, no por una compostura narcisista, sino por la germinación de lo recibido y el cuidado del orden de las cosas que sientan las bases de la solidaridad humana y marcan la infancia de pueblos enteros. Desde luego, quienes desacreditan y critican a las madres protectoras sin miramientos obvian los siguientes hechos:

  • La primera madre protectora, Ángela González Carreño, huyó con su hija Andrea de su casa en 1993 tras ser amenazada de muerte por su marido. A pesar de que presentó 51 denuncias ante los juzgados y comisarías, y de que pidió que no dejaran a la niña a solas con el padre, nadie la escuchó. La niña fue asesinada por su padre en 2003. En 2014, el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) consideró que se trataba de un incumplimiento por parte del Estado español de las obligaciones que le corresponden.
  • En 2021, la ONU criticó que las decisiones judiciales en casos de sospecha de abusos hacia los niños favorecían a los padres. Un ejemplo de esta práctica sería mantener el régimen de visitas con un padre maltratador.
  • En los últimos tres años, organismos de Naciones Unidas han señalado al Estado español en al menos cinco ocasiones por utilizar el ilícito síndrome de alienación parental (SAP) en el sistema judicial. Sin embargo, el SAP sigue aplicándose.
  • Desde 2013, se han producido en España 65 asesinatos de menores por violencia vicaria, según las cifras oficiales del Ministerio de Igualdad. Además, más de 500.000 niños y niñas están expuestos a la violencia de género en sus hogares.
  • Solo en el 8% de los casos en los que hay una denuncia por violencia de género se suspende el régimen de visitas del padre maltratador. Esto significa que, en el 92% de los casos restantes, el contacto del agresor con sus hijos continúa amparado por una justicia que aún prioriza el «derecho del padre a ver a sus hijos» por encima del derecho de los niños a vivir sin traumas.
  • A pesar de que la Ley Orgánica 8/2021 de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia incorpora disposiciones específicas para la protección de los menores, incluida la suspensión del régimen de visitas en casos de violencia de género, no se puede aplicar de forma adecuada, ya que no establece mecanismos vinculantes que garanticen que los jueces actúen en consecuencia.
  • Aunque desde 2019 es obligatorio realizar un curso de 50 horas sobre perspectiva de género para poder optar a los juzgados especializados, la mayoría de jueces y fiscales no lo ha cursado. Tampoco se exige especialización para atender a los casos dónde las víctimas son los y las menores.
  • Los informes de los servicios sociales, los equipos psicosociales y los equipos de valoración forense funcionan de forma aislada, sin protocolos de coordinación claros, y a menudo obvian las señales de alerta, por lo que no ofrecen ninguna garantía de protección de los menores y sus madres.
  • Los equipos psicosociales, si no tienen en cuenta la perspectiva de género, elaboran a menudo informes sesgados que minimizan la peligrosidad del progenitor. Y todo esto ocurre en paralelo a procesos judiciales eternos, en los que las madres pierden fuerza, credibilidad y protección, y en los que sufren revictimización junto con sus hijos e hijas.
  • Según informa Save the Children, la mayoría de recursos en causas penales por abuso sexual infantil en el ámbito familiar, se archiva (un 61,53%) por una normativa que no reconoce y no promueve de manera expresa los derechos de los niños y las niñas en los procesos judiciales y falta de la adecuada preparación y especialización de profesionales, entre otros.

El destierro de la figura materna y de la importancia de cuidar de la niñez como valor, símbolo e imperativo en la aplicación de las leyes es una forma de consumar el matricidio fundacional y la razón que corta de raíz la discusión sobre lo que realmente importa en el caso de Juana Rivas y Madres Protectoras. ¿Y qué es lo que realmente importa? Tal vez el dato de que una de cada cuatro mujeres en España ha sufrido abusos sexuales en la infancia, y no necesariamente por parte de los curas. La mayor parte, si no todos estos abusos, han ocurrido bajo el denso silencio de la figura de la madre que ellas no quieren encarnar.

Fuentes:

Asociación Somos Más https://asocsomosmas.es/conocenos/

Defensor del Pueblo (2024). Violencia vicaria de género: las otras víctimas. www.defensordelpueblo.es

Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género. Menores de edad víctimas mortales en casos de violencia de género contra su madre en España. Datos

Cavarero, Adriana (2024). A pesar de Platón. Figuras femeninas en la filosofía antigua. Galaxia Gutenberg.

Lousada Arochena, Fernando (2025). El Caso González Carreño contra España. Aequalitas: Revista jurídica de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, Nº 37, 2015, págs. 6-15

Marín, José Luis (2024). Trastornos Alimenticios: la pregunta que importa.

Revilla Guzman, Carmen (2011). Amistades intelectuales: la mujer y las mujeres en la obra de María Zambrano. BOCAR, 35, 91-107.

Save the Children (2012). La justicia española frente al abuso sexual infantil en el entorno familiar. Un análisis de casos a la luz de los estándares internacionales de derechos humanos. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

Xon de Ros (2022). Matricidio y reparación en María Zambrano. Aurora, Nº 23.

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