Los grandes misterios de la historia aborigen de Canarias: desde las causas de los primeros poblamientos al largo silencio de 800 años

Recreación de un asentamiento aborigen en Canarias, en el Museo Canario.

Iván Alejandro Hernández

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¿Cuándo llegaron a las Islas sus primeros pobladores? ¿Cuál era su procedencia? ¿Cuál fue el motivo? ¿Qué idiomas hablaban? ¿Qué creencias tenían? ¿Navegaban entre islas? Son algunos de los grandes interrogantes sobre el pasado aborigen de Canarias que han tratado de responder quienes se han dedicado a enhebrar el puzzle del pasado de las Islas con las piezas que han localizado. Algunas cuestiones ya han sido resueltas, como el origen norteafricano y amazigh de los primeros habitantes. Pero aún prevalecen grandes misterios sin resolver: “¿Por qué una población norteafricana de la etnia amazigh puebla las islas? ¿Cual es el motivo? Si vienen por su propia cuenta, en un viaje programado, si es de casualidad…”, pregunta María Antonia Perera, directora general en funciones de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias.

De esta forma Perera apunta el que es, a su juicio, el gran enigma de la historia de las Islas en el episodio Territorio aborigen del programa Informe Trópico, dirigido y presentado por Carlos Sosa que se ha emitido este 3 de junio en la Televisión Canaria (RTVC). En su edición Invita la Casa, reúne bajo un mismo techo a personas expertas en el asunto y para José de León Hernández, arqueólogo, doctor en Historia y responsable del patrimonio mundial de Gran Canaria, otro de los mayores interrogantes es si el poblamiento fue masivo o en grupos pequeños. Por otro lado, Luis Socorro, periodista y autor de Amaziges de Canarias. Historia de una cultura, considera que “el mayor misterio en torno al poblamiento y la cultura aborigen son los 800 años de silencio entre el siglo V hasta el siglo XIII, cuando empiezan a venir de fuera. ¿Qué ocurrió?”.

Aunque se desconoce con exactitud, se acepta que los aborígenes canarios llegaron a las islas en torno al cambio de era, es decir, entre el siglo I antes de Cristo y el I después de Cristo. Las pistas que empujan esta idea, según desarrolla Perera, son los grabados en piedra con signos lírico-bereber y los alfabetos inspirados en el latín: “Es una época en la que están muy presentes todas las sublevaciones del amazigh del norte de África y la practica del Imperio Romano, que era deportar a las poblaciones que se sublevan, a la gente que encabeza esas rebeliones”. Para Hernández esta es una de las grandes teorías en torno a las causas de los primeros poblamientos en las islas, que refrenda que las escrituras, tanto la lírico-beréber y latina, a su juicio, “están hechos por la misma gente, que tenía una misma lengua con dos escrituras”.

Lo que sí destaca Hernández es que la cultura aborigen en Gran Canaria es “sorprendente” porque “sin metal tenía grandes ciudades costeras, como La Aldea, Arguineguín, Telde o Gáldar. Eran enormes poblados, con una economía muy evolucionada, una cultura con un conocimiento abstracto muy potente, tenían graneros colectivos en los que se guardaba el stock y una organización social compleja, en manos en gran parte de la mujer incluso en la parte política”. El arqueólogo fue director de la candidatura de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, que consiguió el reconocimiento como patrimonio mundial de la UNESCO en julio de 2019. Allí, en Barranco Hondo, Hernández explica que “quizás puede ser el lugar donde mayor cultura troglodita ha permanecido hasta nuestros días”.

El enclave estuvo habitado durante “al menos, unos mil años” por la población aborigen, según Hernández. “Persistió sobre una base tecnológica muy primitiva y, a pesar de ello, desarrollaron una cultura capaz de hacer un ingenio constructivo como Risco Caído y tener un conocimiento abstracto muy potente. Siendo una cultura aislada, que sea capaz de llegar a ese nivel de conocimiento es algo singular en el ámbito mundial”, abunda. “En sí mismo, Risco Caído es sorprendente: consta de una cúpula excavada de cinco metros de altura perfecta donde hay una claraboya artificial por la que entra la luz del sol entre equinoccios y en las lunes llenas, que baña un friso de triángulos púbicos. Hay cuevas, como la de los Candiles, con más de 300 motivos, quizá la cueva del mundo con más motivos triangulares que representa la fecundidad y la fertilidad en la cultura aborigen”.

Para Luis Socorro, Cuatro Puertas es otro de los yacimientos “más interesantes” de la cultura aborigen en Gran Canaria, ubicado en el municipio de Telde. “Atesora un abanico de registros arqueológicos, desde cuevas en las que habitaban los primeros pobladores de la isla hasta un granero que está en la cara sur de la montaña. Y tiene dos sitios muy interesantes: la cueva de cuatro puertas, que solo durante el verano penetra la luz y es una especie de marcador temporal, y el almogarén que está justo en la cima de la montaña donde se hacían ritos y pude ser un marcador del tiempo”, detalla.

Poder conocer el pasado aborigen de Canarias es posible gracias a la labor desarrollada por quienes se han preocupado por rescatar del olvido las huellas de los antiguos habitantes, que en las Islas arranca con el Museo Canario, nacido en 1879. “La identidad de un pueblo no se entiende sin su historia y en el Museo Canario tenemos la responsabilidad de conservar el patrimonio arqueológico de las islas y en particular de Gran Canaria, de tal manera que podamos mantener las piezas en el mejor estado de conservación para ponerlas al alcance de la investigación y conocer cada vez más sobre nuestros antiguos pobladores, sobre sus formas de vida, su organización, su riqueza cultural y, al mismo tiempo, sobre los procesos migratorios a lo largo de los siglos”, explica Daniel Pérez Estévez, director de la institución.

Una hoja de ruta

Sin embargo, el trabajo que se desarrolla para dar respuestas a los interrogantes del pasado ha estado condicionado por las actuaciones que han borrado parte de la memoria de las islas, desde la conquista a los desarrollos urbanísticos y los atentados individuales. “Las mayores amenazas a día de hoy a nuestro patrimonio son las grandes obras de las administraciones o empresas”, expone Perera. 

Y aquí entra en juego la responsabilidad que ejercen las instituciones competentes para velar por la conservación del patrimonio: “Hasta 2020 el Gobierno nunca había practicado su obligación de hacer uso de su capacidad sancionadora. Hasta ese momento, atentar contra el patrimonio salía gratis. Ignoro el por qué. Hay y había instrumentos para ello”, indica. Si bien, considera que no hay sanción que compense la pérdida del daño hecho “porque se pierde mucha información única”.

La educación es el pilar básico sobre el que todos coinciden que se debe inculcar la importancia de respetar y valorar el patrimonio de las Islas. “No se enseña en los colegios ni en los institutos. Es que ni en la universidad, que no hay un grado en arqueología. Hay que tomarse en serio que debe ser un elemento curricular y transversal. Desde abajo, hay que empezar a invertir ese nivel de desconocimiento”, subraya Hernández. En este sentido, el periodista Luis Socorro ve primordial que se elabore “una hoja de ruta de prioridades”, una especie de plan transversal que recoja las actuaciones de investigación, de conservación y educación en torno al patrimonio.

Perera responde que durante los últimos cuatro años “se han sentados las bases para poder planificar desde distintas administraciones”, pero matiza que no es algo sencillo porque involucra a universidades, museos y los ayuntamientos o cabildos. Así, recuerda que se han financiado las actividades patrimoniales de las asociaciones que se dedican a ello en todas las islas, se trabaja en la creación de una red de parques arqueológicos o yacimientos visibles y se ha realizado un diagnostico de la situación de estos enclaves. Pero reconoce que aún “queda mucho por hacer”.

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