Biomasa sí, pero con eucaliptos de aquí

Incineradora de biomasa de Ence

Cristóbal D. Peñate

Las Palmas de Gran Canaria —

La compañía nergía y Celulosa (Ence) ha tirado la toalla casi en el primer round. La planta de biomasa que quería instalar en el muelle de La Esfinge del Puerto de la Luz y de Las Palmas ha pasado a mejor vida precisamente el día en el que la empresa publicaba en la prensa local una página de publicidad hablando de las bondades del proyecto. Ese 20 de enero de 2016 fue el principio y el fin de la planta de biomasa.

Desde el minuto uno las instituciones públicas y los colectivos ciudadanos dieron la espalda a la idea y rechazaron el proyecto por contaminante y absurdo. Como señala el experto Roque Calero, “se iba a gastar más energía trayendo la biomasa de fuera que la que iba a proporcionar la planta incineradora”.

El Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de la capital fueron los primeros que se opusieron a la pretensión de Ence. Los dos gobiernos de izquierda rechazaron claramente la incineradora y apostaron por fuentes de energía alternativa y renovable.

Al principio solo el Gobierno de Canarias, al final del mandato de Paulino Rivero, había dado el visto bueno a las dos plantas de biomasa, una en la capital grancanaria y otra en el puerto tinerfeño de Granadilla, tras una polémica decisión de un autodenominado comité de inversiones estratégicas y preferentes.

El Ejecutivo canario creyó descubrir la pólvora con las plantas de biomasa enfrentadas a las energías fósiles, pero se olvidó de catalogar a estas incineradoras como fuentes contaminantes en vez de alternativas o renovables.

Sin embargo, la propia Consejería de Sanidad regional emitió un informe desfavorable del proyecto de incineradora proyectado por Ence. La compañía lo corrigió, pero el mismo departamento autonómico volvió a rechazarlo al considerar que su implantación sería perjudicial para la población. La incineradora podía perjudicar gravemente la salud, como se señala en las etiquetas de las cajetillas de cigarrillos.

Los profesionales forestales

La Asociación de Profesionales Forestales de Canarias (Profor-Canarias) ha mostrado su rechazo frontal a la implantación de centrales de generación de electricidad con el uso de biomasa forestal en Gran Canaria y Tenerife ya que considera que este tipo de proyectos carece de sentido en Canarias, “puesto que la biomasa como fuente energética tiene una probada eficiencia en otros usos diferentes a la generación de electricidad, existiendo por otra parte otras potencialidades de mayor recorrido en el Archipiélago, como son la energía eólica y solar, entre otras”, según el presidente de Profor-Canarias e ingeniero de Montes del Cabildo de Gran Canaria, Carlos Velázquez.

El muelle de La Esfinge, en Las Palmas de Gran Canaria, y el puerto de Granadilla, en Santa Cruz de Tenerife, fueron los lugares elegidos por Ence (Energía y Celulosa) para construir dos plantas de biomasa de 70 MW cada una, según lo anunció la compañía en julio de 2014, si bien el proyecto tropezó con un informe desfavorable de la Consejería de Sanidad del Gobierno regional y con la oposición de grupos ecologistas y ciudadanos.

Profor-Canarias, si bien apuesta por el uso de la biomasa forestal como fuente de energía renovable, junto al resto de energías alternativas, considera que nunca debe usarse en megaproyectos que por sus características desvirtúan los productos del bosque, dejando por tanto de ser renovables y de ayudar a combatir la actual dependencia del petróleo. Asimismo señala que en un territorio como Canarias, con posibilidades excepcionales para el uso del viento y el sol como fuentes de energía eléctrica, carece de sentido convertir la biomasa en electricidad al ser este un destino claramente ineficiente.

Uno de los principales problemas del polémico megaproyecto, según los expertos, es que la mayor parte de la biomasa que se prevé quemar en esa planta procederá de importación, “lo que supone que su transporte conlleva el uso de combustibles fósiles y que el traslado de materia vegetal puede conllevar la introducción de nuevas plagas en Canarias, altamente dañinas para los bosques, la agricultura y la biodiversidad de las islas”.

Velázquez explica que la fuente de biomasa que emplearían las centrales previstas en Canarias es el material astillado, que viene acompañado de restos de corteza y hojas, que son un importante foco de patógenos. “Es técnicamente imposible garantizar que no lleguen nuevas plagas con un volumen de biomasa como el que se prevé importar. Su incierto y variado origen expone a la naturaleza canaria a un muy grave e innecesario riesgo”.

Tanto Gran Canaria como el resto de las islas son regiones donde el bosque cumple importantes funciones ambientales y donde dominan las especies endémicas. “Es relevante destacar la necesidad de la gestión y preservación de los bosques para mantener sus funciones como fuente de agua potable, garantes de la biodiversidad, fijadores de CO2 y generadores de paisajes dignos de ser visitados por turistas y por la población local”, afirma el ingeniero forestal.

Los bosques de forma tradicional han sido y son generadores de recursos para la población local, principalmente la asentada en zonas rurales, tales como pinocha, leñas, e incluso pequeños aprovechamientos de madera. El uso de leñas para generar calor es ancestral y sigue siendo el uso energético más extendido y de mayor peso a nivel mundial. “La biomasa forestal destinada para la regulación térmica es una fuente energética renovable, altamente eficiente, con un balance neutro de emisiones de CO2, generador de empleo”, señalan los especialistas en la materia.

Para los técnicos forestales, considerar un manejo de los montes en los que su preservación y crecimiento posibilite la obtención de recursos renovables es un objetivo racional y deseable, “alineado con una filosofía basada en el uso de productos locales frente a foráneos aplicados por las sociedades que desean un desarrollo responsable”.

Incluso es posible el establecimiento de plantaciones forestales de alto rendimiento, preferentemente en terrenos agrícolas marginales de la costa, que apoyados de riegos con aguas depuradas podrían generar un volumen de biomasa considerable. “Ambos recursos deberían ser utilizados para consumo descentralizado en pequeñas calderas de biomasa para producir calor (que no electricidad) en piscinas públicas, hoteles y viviendas particulares”.

Profor-Canarias es una asociación de profesionales forestales formada por trabajadores forestales, técnicos, empresarios, estudiantes, asociaciones, ambientalistas, ecologistas y por todas aquellas personas dedicadas o interesadas en la gestión, conservación y mejora de los ecosistemas forestales de Canarias.

Biomasa de eucaliptos isleños

En mayo de 2015 la Mancomunidad de Municipios del Norte de Gran Canaria organizó en Moya unas jornadas sobre revalorización de la biomasa forestal en la Comarca Norte de la isla. El trabajo se centró principalmente en la estimación del potencial del eucalipto como fuente de energía y del análisis de la demanda de biomasa en la actualidad. Se contó con apoyo de técnicos locales (Roberto Castro, Irene Lanz, Juan Guzmán, Jorge Naranjo y Carlos Velázquez) y la intervención del técnico alemán Rüdiger Unseld, experto en aprovechamiento de biomasa forestal y colaborador del Instituto de Investigación y Experimentación Forestal del Estado federal de Baden‐Württemberg.

El motivo que justificó la celebración de estas jornadas fue que desde hace años el sector de la biomasa está siendo el motor del sector forestal a nivel mundial, debido al incremento constante del precio de la energía convencional, la mejora de la eficiencia de las calderas y las ventajas ambientales. En Canarias las tendencias llegan con retraso, pero terminan teniendo repercusión. Si bien la producción local de biomasa forestal se ve limitada por múltiples factores, es ya una realidad la existencia de una cadena de producción y consumo locales, que aunque endeble, puede ser el desencadenante de un crecimiento en el sector forestal.

Algunas de las conclusiones de una mesa redonda sobre la situación de la producción de biomasa local son las siguientes: los bosques de eucalipto son los únicos que pueden aportar un volumen de biomasa relevante; de la superficie actual ocupada por eucaliptos en Gran Canaria, tan solo el 10%‐15% responde a los estándares de bosque productivo; en estas 300‐500 hectáreas la producción es alta, pudiéndose alcanzar una posibilidad sostenible de 10.000 a 15.000 toneladas de biomasa; es fundamental potenciar la figura del silvicultor local como eslabón imprescindible en la cadena de producción forestal; es imprescindible tecnificar la producción para poder ofrecer precios competitivos; existe actualmente una legislación muy favorable, que obliga que las piscinas no cubiertas sean climatizadas con energías alternativas, y por último la calefacción de piscinas municipales deberían sustituir las obsoletas calderas de gas y fuel por modernas calderas de biomasa (astillas principalmente y pellets).

El aprovechamiento de los árboles

En cuanto al análisis del potencial de aprovechamiento de biomasa de eucalipto en la comarca norte, el ingeniero forestal Roberto Castro sostiene que “Gran Canaria llegó a ser una isla esplendorosa pero la mayor parte de sus recursos forestales fueron consumidos durante 450 años de deforestación. El bosque grancanario fue explotado como fuente energética de progreso y ocupación de territorio. Con frecuencia se trataron de imponer limitaciones, si bien puede decirse que el éxito puntual de preservación quedó disuelto en el conjunto una intensa acción deforestadora”.

En la actualidad la isla cuenta con un total de 3.155 hectáreas de eucaliptos, de las cuales 2.200 se encuentran en la Comarca Norte. “En Gran Canaria existen diferentes tipos de aprovechamientos del eucalipto, algunos con carácter etnográfico y con escasa repercusión económica en el sector local, en su mayoría para la extracción de leñas. Otras veces encontramos residuos que ni siquiera encuentran destino o simplemente los costes de saca anulan la oportunidad de aprovechamiento”.

En los últimos años ha comenzado a ponerse en valor el uso de biomasa astillada o peletizada como recurso para la alimentación de calderas instaladas de ACS (Agua Caliente Sanitaria). En el caso de Gran Canaria, para el caso concreto de uso en el sector hotelero, hace prever una demanda creciente y exponencial en la medida de que los complejos hoteleros renueven sus instalaciones con miras al ahorro y eficiencia energética.

La potencialidad del aprovechamiento de la biomasa no es solo una alternativa más económica a los combustibles fósiles sino que también ofrece una serie de numerosas ventajas para la activación de la socioeconomía primaria, la fijación de CO2 , la mejora del paisaje o la resolución de muchos de los problemas planteados por la actual gestión forestal del territorio.

Irene Lanz, ingeniera técnica agrícola, afirma que “la producción forestal ha tenido siempre un carácter marginal, más bien como renta complementaria o para optimizar el uso de terrenos improductivos del sector agropecuario. Existe un enorme potencial de aprovechamiento de madera en los eucaliptares del Norte de Gran Canaria. Cuanto se pueda aprovechar dependerá de la capacidad productiva de los silvicultores, la racionalización en la cadena de producción forestal y del precio de la biomasa”.

El necesario incremento de la capacidad de trabajo y la productividad debe conseguirse por reciclaje del personal y por la introducción de sencillas mejoras en la mecanización. “El incremento de la capacidad de trabajo y de la productividad se deben acompasar con el incremento de la demanda. La producción local de leña y astillas de eucalipto se vislumbra como la opción más favorable. El precio determinará la proporción de cada producto en la oferta de biomasa local”, añade.

En primer lugar, según la experta, debería aumentarse considerablemente la producción de astillas, toda vez que se ve favorecida por el marco normativo (climatización de piscinas abiertas). Como primer punto de enganche puede considerarse la sustitución de calderas de gasoil por calderas de astillas en las piscinas municipales del norte de la isla.

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