Fotos contra la ablación

Espectadoras de 'Hakawatis de hoy'

Nanda Santana

Cuando Antonio Rodríguez asistió en 2013 a la presentación del libro Hakawatis de hoy, no imaginaba que se terminaría empleando a fondo contra la mutilación genital femenina. El proyecto de igual nombre del que forma parte el volumen se propone remover conciencias y sensibilizar. Hacer creer a cada persona que cada uno puede hacer algo para erradicar el maltrato machista. Promovido por Comunicadores de Canarias por la Igualdad (CoCaI), Hakawatis de hoy: Canarias contra la violencia de género visibiliza las distintas formas de maltrato y lo hace con historias -escritas, visuales, sonoras- que acaban bien. No en vano un hakawati es un contador de historias. Los hakawatis de hoy, los contemporáneos, son todos los profesionales de la comunicación, de la cultura, del entretenimiento, del arte. Cada vez más digitales y conectados. Y, como ellos, cualquiera que se decida a contar una historia y a implicarse en el fin del machismo. Como Antonio.

Subasta benéfica 

Violencia física, psicológica, económica… Prostitución, trata y tráfico de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, matrimonio forzado, mutilación genital femenina…Mobbing maternal, acoso laboral, ciberacoso, violación… Discriminación laboral, brecha salarial, feticidio… El listado es largo y afecta a mujeres del tercer mundo pero también del primero. De todas estas formas de violencia machista, la que más impresionó a Antonio fue la ablación, que él asocia con una señal de calle cortada. De vida truncada. Y esa misma tarde decidió pasar a la acción: convertirse en hakawati, al menos en su mundo, entre sus amigos y colegas. Aficionado a los viajes, a las marchas deportivas, al senderismo y también a la fotografía, Rodríguez acaba de organizar una subasta benéfica con imágenes pensadas y tomadas por él. “Ya no podía parar. Había pasado de la teoría a la acción. Así que reuní a doce mujeres, algunas de ellas modelos, y les pedí que posaran con la señal de tráfico. Lo que más me ha asombrado es que muchas de ellas me han contado haber sufrido algún tipo de violencia, física o psíquica. Por lo que sus reacciones han ido desde emocionarse hasta involucrarse por entero con el proyecto, con vídeos, ideas, vestuarios, localizaciones, etc. Se trata de un problema más común de lo que a primera vista uno se piensa”, cuenta reflexivo.

El proyecto Hakawatis de hoy, que nació en 2012 con una muestra fotográfica coordinada por Tato Gonçalves, continuó meses después con un libro de relatos. Al más puro espíritu hakawati. Y en consonancia con la filosofía del pensador francés Stephane Hessel que inspira el proyecto, Rodríguez se animó a redactar su propia historia, El síndrome de Kessler. Un relato sobre la ablación que fácilmente podría ser real y que acaba bien, con la reconstrucción de lo dañado y con ello, dando a su protagonista la llave a una nueva vida como madre. Mutilación genital femenina, aún demasiado presente en países de Asia, de África. Aunque es ilegal en 23 países del continente negro, como Senegal, donde nació Gina.

Ingeniera y modelo, Gina Emmanuel es también madre de un pequeño de 3 años y vive en las Palmas de Gran Canaria desde que tenía un año. Tal vez porque esta práctica sanguinaria sigue sajando la vida de muchas niñas, su salud física y también psicológica, Gina conectó enseguida con la propuesta de Rodríguez. “Es un tema que me indigna mucho porque creo que es una falta de respeto hacia la mujer y una humillación”, explica esta canariona Miss Beauty Senegal. “Hacer fotos, crear conciencia… Me parece una manera preciosa de decir basta ya”. Su imagen es una de las doce que se subastaron en el Centro Cívico Suárez Naranjo de la capital grancanaria para recaudar fondos para el proyecto. Otras retratan mujeres africanas, de distintas tribus, a las que Rodríguez conoció en un reciente viaje por el continente negro. Todas, con la señal de calle cortada. Símbolo sobre símbolo.

Para Clara P.G., otra de las participantes, este es un “acto horrible y humillante, una violación fundamental de los derechos de las niñas, que afecta a su salud corriendo y le provoca daños irreparables. Es una tortura consentida, que desgraciadamente es practicada por las propias mujeres. ¿Cómo es posible -se cuestiona- que sean las mismas personas que dan la vida, las que priven a otras de vivir en plenitud?”.

Cuenta Rodríguez que ahora entiende el activismo social. Ya nada será igual en su vida. Se ha implicado y ha implicado. Ha hecho llegar su idea vía Facebook, ha tocado el corazón de su gente. Y de algunas empresas, como Cumbres Canarias, Clipper, Kalise o el restaurante La Marea. “No he recibido ni un no. Sponsors, familiares, modelos, voluntarios… todos volcados con la idea, que es novedosa, atrayente y necesaria. Una de las finalidades es que salgamos de la subasta como emisores de una nueva conciencia social. Que la violencia deje de estar presente en nuestro día a día y metamos conceptos más sanos, como la igualdad, en nuestra cesta de valores, en nuestro lenguaje”, concluye.

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