La Palma (XII) / Paseo por la juventud volcánica
En La Palma, Cumbre Vieja es la más joven, con construcción geológica más reciente, y Cumbre Nueva es la más vieja. Así son las cosas en la isla bonita, lo que no quita para considerar aquel espacio protegido por la Comunidad Autónoma de Canarias, con calificación de parque natural, como una de las joyas naturales de ese territorio, sobre todo si lo que se desea es estar en contacto con el volcanismo histórico, el desencadenado después de la conquista de las islas a finales del siglo XV.
Por encima del mar de nubes, de la cota en la que se suelen posar los estratocúmulos, y en la parte meridional de la isla, justo en la azotea de la dorsal norte-sur, la de mayor actividad eruptiva de La Palma, se levanta un campo de volcanes históricos con presencia múltiple de conos de orígenes explosivo y mixto (efusivo-explosivo) y de campos de piroclastos negros (de origen basáltico), que forman llanos entre los edificios volcánicos jóvenes, ayudados por la presencia de plataformas regulares y poco empinadas en la misma cumbre del principal eje de construcción de La Palma, la dorsal norte-sur.
Ejemplos de esas geomorfologías hay por todos lados en Cumbre Vieja (espacio integrado en los municipios de El Paso, Mazo, Breña Baja, Breña Alta y Fuencaliente), y se puede decir que ése es su paisaje más sobresaliente. De hecho, los topónimos ya delatan aquellas formas en las mismas cartografías. Sólo basta enumerar algunos nombres para comprobar que el espectáculo es inmenso: Llano Cabeza de Vaca, Llano Amargo, Llano del Caracol, Llano del Sartén, Montaña de la Morcilla, Montaña Deseada I, Montaña Deseada II…
En Cumbre Vieja domina lo nuevo, aunque parezca tremenda contradicción; esto es, el volcanismo histórico y todas sus manifestaciones en formatos macro y micro, desde inmensos conos bien construidos y con cráteres en forma de embudo a huellas de riadas de fuego: malpaíses e incluso coladas fluidas.
La visita a este lugar protegido y área de sensibilidad ecológica en toda su extensión da para mucho porque a lo más espectacular se unen otros detalles de interés que no deben, en ningún caso, pasar inadvertidos. Son otras formas singulares del paisaje, como los roques de Jedey y Niquiomo o la masa de pinar que coloniza algunos espacios inundados por piroclastos y campos de lavas.
Los pinares desempeñan grandes funciones en este espacio: la protección del suelo, un efecto bondadoso contra la desertización, y la contribución a la acumulación de humedad y con ello de agua, acción que sirve para alimentar el subsuelo con recursos hídricos.
Junto a tantas maravillas, que deben ser conocidas a pie, Cumbre Vieja ofrece un amplio abanico de flora y fauna protegidas, de endemismos, con ejemplos de las mejores poblaciones presentes en la isla de La Palma.