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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González
Sobre este blog

Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

EL CEMENTERIO DE SAD HILL. UNA CONVERSACION CON TERO IPATTI.

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La primera pregunta es un pensamiento que siempre me ha rondado la cabeza desde que nos conocimos: ¿De dónde nace tu pasión por el Spaghetti Western, habiendo nacido en un país bastante alejado de los lugares donde se rodaron aquellas películas del oeste “made in Europe”?

Mi pasión nació por culpa de mi padre, quien era un aficionado al género, sobre todo a las películas dirigidas por Sergio Leone y aquellos westerns protagonizados por Terence Hill y Bud Spencer, antes y después de Trinidad. Recuerdo que cuando era una adolescente vimos juntos un ciclo de los dos actores italianos y casi todas las películas de Leone, salvo Agáchate Maldito. A partir de ese momento, empecé a buscarlas en VHS, en especial las que ya había visto y me habían gustado más y aquéllas que se me quedaron pendientes, sobre todo de las que me había hablado mi padre y que no las solían programar en la televisión de la época.

En los años en los que empezaste a ir al cine ¿era fácil ver estas películas en el cine o en las televisiones finlandesas, o encontrarlas en los videoclubs?

En un principio, sí pudiéndose encontrar desde los grandes clásicos hasta aquellos Spaghetti Western tachados de malos y/o muy malos, y de los que yo tengo buena parte de ellos en mi casa, todo sea dicho. Después, cuando entró en vigor la ley en la que se empezaron a cortar aquellas escenas que consideraban más violentas de las películas, no de todas, pero, si de una gran mayoría de títulos, las cosas se pusieron más difíciles. Entonces aparecieron las tiendas de segunda mano en donde era mucho más sencillo encontrar las versiones originales sin censurar y a precios muy económicos. Es más, podías ir a una de aquellas tiendas y comprar una bolsa llena de vídeos, bolsas en las que se podía encontrar de todo. Era como descubrir un tesoro, pero sin necesidad de tener cavar ni nada por el estilo.

En una de aquellas aventuras “a la caza del Spaghetti Western perdido” fue cuando encontré Django -todo un descubrimiento, debo decir- y Sartana, un vídeo que luego vendí y me estuve arrepintiendo hasta que lo logré encontrar en DVD. Lo curioso del caso es que en la televisión seguían poniendo las versiones íntegras, mientras que en los videoclubs las mismas películas estaban cortadas y nadie podía tener acceso a las versiones originales por dicha causa. Y así fue hasta principios de este siglo. Por aquellos días, fue cuando también empecé a leer más sobre el género, aunque costaba mucho más encontrar artículos y/o revistas, si se compara con lo que es posible encontrar ahora mismo en Internet.

¿Qué te han parecido los ciclos dedicados a los grandes directores del Spaghetti Western organizados por la Fundación Finlandesa de Cine, o los monográficos que también ha organizado el festival de cine Night Visions sobre este tema?

Cuando me mudé a Helsinki, fue cuando pude empezar a ver todas aquellas películas en pantalla grande, sobre todo, a raíz del primer gran ciclo, organizado por la Fundación Finlandesa de Cine, en el cine Orion. Aquel ciclo fue el que empezó a generar mucha más atención sobre el Spaghetti Western y en la misma universidad se empezó a publicar, en su revista oficial, diferentes artículos sobre Sergio Leone y otros directores italianos del género. Tengo que confesar que, cuando todo sucedió, era tan fácil ver películas antiguas, Spaghetti Western y de otros géneros, en Helsinki como lo pudiera ser en París, ciudad que siempre se pone como ejemplo a la hora de hablar de estos temas. Con el tiempo Night Visions se ha ido sumando a este afán por darle la oportunidad a las nuevas generaciones para que puedan ver los grandes clásicos en la pantalla de un cine, pero, si hablamos de los westerns rodados en Italia, Alemania y, sobre todo España, todo empezó hace dos décadas, casi al mismo tiempo que Internet se empezó a popularizar, al igual que buscar en DVD todas aquellas versiones que no se encontraban en el mercado europeo, a unos precios, entonces, muy asequibles.

¿Qué opinión te merecen las nuevas versiones de la trilogía de Sergio Leone y el “hombre sin nombre”?

La idea de que se restauren para conservarlas me parece bien, sobre todo porque ahora hay mucha más información y, además de ver esas nuevas versiones -como pasó hace unos años en el Bio Rex, donde se pudo ver la trilogía de Sergio Leone completa- puedes conocer más sobre su rodaje, los actores, el guion… Otra cosa es que sea necesario añadirles más metraje, dado que me gustan los clásicos, tal y como están, a pesar del paso del tiempo. No negaré que me gusta buscar versiones que sólo se pueden encontrar en los Estados Unidos de América y/o en Japón, aunque ahora sea mucho más difícil que antes comprar en el extranjero. No obstante, los clásicos lo son por una razón y hay que respetar eso.

© 1966 Produzioni Europee Associate

¿Cuál fue tu reacción, durante el tiempo que pasaste en España, al comprobar la poca consideración que se tiene para con estas películas en el país en el que más western se rodaron?

Cuando me marché a España a estudiar, en la universidad, me matriculé en una asignatura que se llamaba Comunicación Audiovisual. Una vez allí me di cuenta de que mis compañeros no solo no tenían ni idea sobre el Spaghetti Western, sino que, además, no les interesaba lo más mínimo. Solo tuve un profesor que le gustaba mucho, sobre todo las películas de Sergio Leone, con quien podía hablar acerca del tema. De todas formas, te diré que uno de los dos trabajos que hice en aquel año estuvo dedicado al género postapocalíptico rodado por directores italianos, sobre todo en la década de los años setenta, un género que mis compañeros no solo también desconocían, sino que les pareció raro y exótico. Aún hoy en día me sigue sorprendiendo.

¿Crees que con los años y con el estreno de películas como “800 balas” o los reestrenos de las películas de Sergio Leone, las cosas han cambiado algo en España?

Si te soy sincero, me gustaría pensar que sí, porque me gusta mucho la película de Alex de la Iglesia, pero, en realidad, se siguen manteniendo los estereotipos sobre el Spaghetti Western. Solo se habla de las películas de los grandes directores, dejando olvidadas otras muchas que, sin ser tan brillantes, también aportaron su punto de vista al género.

Centrándonos en el proyecto que desarrolla la asociación cultural Sad Hill, ¿cuándo te enteraste del proyecto y cómo te has involucrado en él?

Yo fui a Sad Hill hace diez años y no había nada, simplemente un pequeño cartel, pero poco más. Tuve la fortuna de que, cuando estuve allí, conocí a una persona cuyo hermano había trabajado en la película, que fue quien me llevó hasta el terreno donde se rodó la película de Sergio Leone. Luego él me presentó a otras personas del pueblo que, o también habían estado involucradas en la película, o conocían a alguien relacionado con la misma.

En el año 2016, una vez me enteré del nacimiento de la asociación cultural Sad Hill, a través de Facebook, compré mi espacio en el cementerio pensando que, con esto, ayudaría a darle más difusión a una de mis películas preferidas.

Clint Eastwood, Eli Wallach y Lee Van Cleef en el cementerio de Sad Hill © Zapruder Pictures, 2018.

¿Crees que este tipo de propuestas ayudan a la difusión y a la conservación de legado de todas aquellas producciones?

Sí, por supuesto, porque además siempre me ha sorprendido el poco cuidado que se ha tenido de todo esto en España.

En Almería sí que se han restaurado los escenarios originales de la película La Muerte tenía un precio, pero, como ya te dije antes, cuando viajé a España para recorrer algunos de los escenarios de los Spaghetti Western allí rodados pude comprobar el mal estado en el que se encontraban otros tantos y la falta de interés del personal.

Sé que también te has involucrado en apoyar el documental “Desenterrando Sad Hill” (Sad Hill Unearthed, Guillermo de Oliveira). ¿De qué forma has colaborado con el proyecto?

Si no estoy equivocado, creo que fui la primera persona que donó para el proyecto, algo que después constaté, dado que me mandaron un mensaje, sorprendidísimos de que alguien desde Finlandia apoyara este documental. Lo que me gustaría es que este documental se llegara a proyectar en Finlandia.

Además de todo lo anteriormente dicho, ¿qué otras propuestas se te ocurrirían para promocionar más y mejor el Spaghetti Western tanto en Finlandia como, sobre todo, en España?

Yo no sé cómo se debería promocionar esto en España, pero mi experiencia en Finlandia es que los primeros ciclos importantes que se organizaron aquí fueron una cuestión de dos personas. Éstas contaron con grandes apoyos; es decir, la Filmoteca y la universidad. España es un país mucho más grande, con más población, y además fue el escenario de gran parte de estas películas. Por lo tanto, sería más fácil, tal y como demuestra la asociación cultural Sad Hill, el poder darle mayor difusión al Spaghetti Western que, por ejemplo, en Finlandia, país donde nunca se rodó ningún Spaghetti Western, pero que tiene muchos seguidores.

Todas estas iniciativas sirven para preservar el pasado y no deberían ser solamente fruto del trabajo de una minoría, sino de una sociedad que entiende que el Spaghetti Western forma parte de su cultura.

Alguna cosa más que añadir…

Quienes no han visto estas películas deberían verlas, dado que éstas fueron capaces de mezclar, con una estética más que conocida, temas sociales y políticos, bastante liberales para la época, de forma que se pudieran vender en países, como por ejemplo en España, donde había una dictadura. Cierto es que las películas se rodaron en España por una cuestión de costes, pero no es menos cierto que El Bueno, El Feo y El Malo es una película en contra de la guerra, en un país bajo una dictadura militar.

Texto:

© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2018

Imágenes:

© Zapruder Pictures, 2018

© 1966 Produzioni Europee Associate

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