Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
FESTIVAL ISLA CALAVERA 2018. MI VECINO TOTORO
Sobra decir que, en aquellos instantes, el trabajo de Hayao Miyazaki e Isao Takahata no formaba parte de ninguna de las sesudas tertulias cinematográficas de rigor, ni siquiera de aquéllos que presumían de saber mucho de cine japonés, en España. Es más, de no ser por el trabajo de difusión del Festival de Sitges y los responsables del sello Manga Films, las películas del Estudio Ghibli hubieran seguido siendo esas grandes desconocidas, cosa que afortunadamente no sucedió, sobre todo después del sonado estreno de Porco Rosso (Kurenai no Buta, 1992) en el encuentro cinematográfico catalán.
Tonari no Totoro © 2018 Studio Ghibli, Tokuma Japan Communications & Nibariki.
En realidad, Mi vecino Totoro logró la popularidad que le había sido negada en España en parte por otros éxitos del mismo estudio que la produjo y en parte por los dos estrenos cinematográficos de la película en pantalla grande, en el año 2009 y en el año 2013. Fue entonces cuando muchos se enteraron de que el director Guillermo del Toro era un adicto impenitente de todas las películas de Miyazaki, o que John Lasseter -creador del Estudio Pixar- afirmaba sin rubor “En Pixar, cuando tenemos un problema y no podemos resolverlo, solemos ver una película del Sr. Miyazaki para inspirarnos. ¡Y siempre funciona!”
No obstante, quien sentenció la importancia del trabajo del Estudio Ghibli y de Mi vecino Totoro fue Akira Kurosawa, quien afirmó que no solo ésta estaba en su lista de cien películas favoritas, sino que “es anime, pero me llegó al alma”.
Tonari no Totoro © 2018 Studio Ghibli, Tokuma Japan Communications & Nibariki.
Mi vecino Totoro es una de las películas que mejor refleja la infancia en su estado puro, en un momento en donde aún se creía en la importancia del juego y la exploración para ayudar a crecer a un individuo. Las niñas Satsuki y Mei -ambos nombres escogidos a partir de un juego de palabras relacionado con el nombre del mes de mayo- son niñas, en animación, eso sí, pero totalmente reales, tiernas y con ganas de aprender y descubrir el mundo. Debido a una larga enfermedad en la familia -la madre está hospitalizada- es el padre el que se las lleva a vivir al campo, escenario perfecto para dar rienda suelta a la imaginación de las niñas, además de mostrarnos sin pudor las rutinas diarias de la familia. La película es, en parte, autobiográfica, pues la propia madre de Miyazaki padeció de tuberculosis vertebral, enfermedad por la que estuvo hospitalizada muchos años.
Las criaturas -el ser protector de la naturaleza, Totoro, o las motitas de polvo, por ejemplo- son un maravilloso complemento para una historia que, aún sin ellos, merece la pena ser vista tanto por niños como por adultos, pues según la edad del espectador obtendrá distintas lecturas de la historia, todas ellas igualmente válidas. Sin embargo, y pensándolo mejor, ¿quién no querría subirse a un gatobús?
Mi vecino Totoro forma parte de la programación de la segunda edición del festival Isla Calavera, evento que, además, albergará una exposición de dibujos originales de diversos autores dedicados a los personajes de dicha película.
Para más información, por favor, consulten la siguiente página web: http://festivalislacalavera.com/
© Eduardo Serradilla Sanchis y Elena Santana Guevara, Helsinki, 2018
© 2018 Studio Ghibli, Tokuma Japan Communications & Nibariki.
Sobre este blog
Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
0