Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
SEASON FILM FESTIVAL. HELSINKI 31 MARZO-3 DE ABRIL. (2)
Por aquello de llevar la contraria, Moore será el abanderado que, cual enviado celestial del Estado Mayor conjunto estadounidense, se dedique a invadir distintos países. Su intención no es la de arrasarlos, sino utilizarlos como argumento para convencer a sus conciudadanos de que las cosas se pueden hacer de otra manera.
El periplo del director comienza en Italia, país que no está precisamente para muchas aventuras, pero que, en comparación a los modos y maneras norteamericanos, todavía es capaz de ofrecer vacaciones pagadas, y un tiempo para comer y descansar mucho más racional que el que se ofrece en los Estados Unidos de América. Es cierto que cuando le comentan a Moore que en Italia hay trece pagas éste se sorprende, pero lo que se obvia es que dicha paga -tal y como ocurre en nuestro país- tiene que ver con unos salarios muy bajos. No obstante, la filosofía de las empresas que salen reflejadas en la película es bastante más saludable que el capitalismo salvaje que se estila al otro lado del océano.
De Italia Moore viaja a Francia para, desde el comedor de un colegio de un barrio marginal, sacarle las miserias al modo de mal-comer de los niños norteamericanos. No contento con ello, su siguiente parada le lleva hasta Finlandia, un país que hasta la década de los sesenta tenía un sistema de educación normalucho, pero que, a partir de entonces, ha ido subiendo puestos y está en lo más alto. Visitar a este país le dejó claro dos cosas: que por estas latitudes se toman muy en serio la educación de los niños, y que en su país si no tienes dinero lo tienes muy difícil para estudiar.
Este hecho tan fundamental en la cultura anglosajona -tener dinero- le dará pie a Moore para visitar Eslovenia, un país donde los estudiantes no tienen que empeñarse de por vida -lo mismo que sucede en Finlandia- circunstancia que está motivando una auténtica invasión de norteamericanos que buscan formarse gratis.
Sin embargo, donde el director roza los límites de lo tolerable es cuando decide introducirse en el sistema penitenciario noruego, una excusa perfecta para sacarle todas las miserias a su país de origen. En Noruega, país civilizado donde los haya, las cárceles de máxima seguridad no son un agobiante bloque de hormigón armado, frío y deshumanizado, sino una residencia temporal que ya quisieran muchos para irse de vacaciones. A diferencia de los reclusos norteamericanos, los noruegos sí tienen derecho a votar y los candidatos acuden a las cárceles para debatir delante de los presos. En los Estados Unidos de América las cárceles suponen un filtro para evitar que las minorías puedan llegar a cambia el estatus quo del país. Si el sistema cambiara muchos candidatos nunca hubieran pasado de obtener unos resultados mediocres, pero ya se sabe que quien hace la ley hace las trampas.
Y de Noruega al país europeo más políticamente incorrecto; es decir, Islandia. Culpable de escoger a la primera presidenta democráticamente elegida del mundo, culpable de encarcelar a los directores de los bancos que casi llevan a la ruina al país, y que hace tan solo unos días le propinó un puntapié a su primer ministro por aparecer en los ya conocidos como “Papeles de Panamá”. Islandia es un ejemplo de cómo se debieron hacer las cosas en buena parte del mundo, incluyendo nuestro país, pero nadie fue capaz, porque hay que llevarse bien con quien tiene los dineros. Hoy en día Islandia es un país saneado, regido mayoritariamente por mujeres que no parecen estar dispuestas a caer en los errores que los hombres al cargo cometieron hace menos de una década.
Sé que resulta imposible de extrapolar las enseñanzas de los islandeses a buena parte del mundo, pero visto el escándalo que se ha montado con los ya mencionados papelitos panameños, bien estaría que la gente cambiase el chip. Claro que eso sería lo mismo que aprender a ser tolerantes y dialogantes…
Lo curioso del caso es que, para tolerantes y dialogantes, son los tunecinos, capaces de implementar un programa de control de natalidad en un país árabe. O de que un líder religioso conservador diga delante de una cámara, primero, que cada cual tiene su propia interpretación del Corán, y segundo, que lo que haga cada uno en su casa, mientras no sea un delito, es patrimonio de cada uno. Si le dan la vuelta a todo esto les aparecerá cualquiera de los mamarrachos que pululan por las cadenas de televisión conservadoras norteamericanas y, cómo no, cierto candidato a la Presidencia.
El viaje de Moore termina en la vecina Portugal, cuyo ministro de sanidad ni corto ni perezoso le confiesa al director y productor que, en su país, ya no es delito ni traficar, ni consumir drogas. La primera conclusión de Moore es que si esto ocurriera en mi país la mitad de las cárceles se quedarían vacías, ergo los candidatos conservadores lo tendrían muy difícil en las elecciones. La segunda, la cual entronca con su visita a Noruega, es que el sistema jurídico y penitenciario estadounidense no busca rehabilitar, sino castigar y, normalmente, a las mismas minorías.
Una vez que su periplo conquistador termina las conclusiones son claras. El país más rico del mundo, y con mejores recursos, no ayuda a sus conciudadanos como debiera. Se prefiere gastar el 60% de los impuestos de los norteamericanos en programas de defensa, en vez de tratar de implantar un buen sistema de educación para todos, un buen sistema socio-sanitario accesible y unas condiciones de vida un poquito más racionales.
La película, tal y como suele ser habitual, no deja bien a nadie, pero está claro que muchos de estos defectos son perfectamente achacables a la mentalidad neo-conservadora de la que hacen gala los republicanos norteamericanos. Si se piensa fríamente, vergüenza les debería dar la mera posibilidad de que un fantoche racista, xenófobo, y demente esté a punto de ser nominado candidato para las elecciones de noviembre. Sin embargo, quien no quiere aprender de los errores del pasado está condenado, como sucede en nuestro país, a cometerlos una y otra vez, con los resultados de sobra conocidos.
© Eduardo Serradilla Sanchis, 2016
© 2016 Dog Eat Dog Films & IMG Films
Sobre este blog
Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.