Civil, hijo de un político de la República y fusilado por “rebelión”: la represión franquista también golpeó a Sidi Ifni

Árbol genealógico de la familia de Jesús Moreno.

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —

Iyo Moreno perdió a su padre cuando apenas tenía un mes de vida. La historia de su familia quedó marcada por la represión franquista. En julio de 1936, su padre, Jesús Moreno, fue detenido cuando trabajaba como adjunto civil en la Delegación del Gobierno de La República en Sidi Ifni junto a militares que se negaron a la sublevación militar. La última vez que lo vio, en brazos de su madre ya que apenas tenía un mes de vida, zarpaba en un barco rumbo a Las Palmas de Gran Canaria donde meses más tarde se le hizo un consejo de guerra y fue condenado a pena de muerte por “delito de rebelión”. Tenía solo 26 años cuando fue fusilado en el campo de tiro de La Isleta.

Hijo de un histórico político de la República en Jerez de la Frontera, Manuel Moreno, su detención en Sidi Ifni fue casi fortuita. Aceptó este puesto en África en sustitución de su padre, que ya era muy mayor y estaba enfermo. La familia consideró que era mejor que Manuel, que después de haber sido elegido diputado se trasladó a Madrid, se quedara en la capital y fuera su hijo Jesús quien aceptara este cargo, puesto que el trabajo estaba bien remunerado y lo necesitaba económicamente.

Jesús se había enamorado en Madrid de la madre de Iyo, Armonía Lobo, la hija del dueño de la pensión donde se alojó junto a su padre y su hermano José cuando se trasladaron a la capital desde Jerez de La Frontera. Había aprobado unas oposiciones al Catastro en el año 1935, pero mientras esperaba a que le dieran destino, su padre cayó enfermo y aceptó el puesto de Sidi Ifni en su lugar. Antes de su traslado, ya había visitado Rusia y había mostrado su simpatía por las ideas políticas de izquierdas. Iyo, que hoy día tiene 82 años, asegura que ha podido reconstruir la personalidad de su padre gracias a los testimonios de familiares y amigos que avalan que era una buena persona “con gran sentido de la justicia, lo que se conocía entonces como un hombre muy sano y bueno”, expresa emocionada.

Los padres de Iyo se casaron por poderes y una vez que Jesús se instaló en Sidi Ifni, Armonía Lobo se mudó al poco tiempo. En junio de 1936 nació la hija de ambos y apenas un mes un después se inició el golpe de Estado. En la sentencia dictada tras el Consejo de Guerra del 17 de octubre de 1936, que la familia de Iyo conserva, se determina que 21 personas fueran condenadas a pena de muerte. Otros militares y civiles fueron condenados ese mismo día a entre 8 y 24 años de prisión.

Jesús fue ejecutado el 22 de octubre de 1936. La sentencia hace alusión a que él y el resto de condenados acudían a “reuniones extremistas donde proferían gritos subversivos y manifestaciones injuriosas para el ejército y las personas del Movimiento Militar”. Su nieta, Silvia Barcelón Moreno señala que la familia tiene una idea de lo que él declaró en ese consejo gracias al blog del investigador canario Pedro Medina Sanabria, donde se recoge que fue preguntado si en su oficina se celebraban reuniones a puerta cerrada a las que acudía el alferez Aurelio Clemente Clemente, brigadas y sargentos del Batallón, si se habían celebrado reuniones en su domicilio o si pertenecía al comité anarquista del territorio. A todo ello respondió que no.

“Siempre escuché a mi madre decir que ojalá supiese donde estaba mi padre enterrado”

La viuda de Jesús fue la otra gran protagonista de la historia. Tras la detención de su marido se trasladó a Madrid, donde vivía su familia. Vivió un tiempo con la incertidumbre de no conocer qué le había ocurrido a Jesús. Silvia señala que no conoce la fuente exacta por la que su abuela se enteró de lo sucedido aunque es probable que recibiera una carta desde Sidi Ifni.

Iyo cuenta que su madre no lo tuvo nada fácil a su vuelta a la Península. Además de la pérdida de su marido sufrió por el encarcelamiento de su padre, Cesáreo Lobo y el de su cuñado, el capitán Alejandro Gutiérrez, del Batallón Alpino de la Sierra del Guadarrama. Armonía decidió trasladarse a Valencia hacia 1940 huyendo del ambiente de la capital. Allí trabajó como secretaria pero fue perseguida, detenida al menos dos veces y pasó unos meses en prisión, por causas concretas que desconoce aunque siempre mantuvo amistades de izquierda y era la viuda de uno de los fusilados de Sidi Ifni.

La hija de Jesús Moreno lamenta que apenas conserva recuerdos fotográficos de su padre. Cuenta que su madre se vio obligada a deshacerse de la mayor parte de las fotos y documentos al estar siendo perseguida. Otra de las anécdotas que narra es que le denegaron durante años recuperar su partida de nacimiento “cuando mi madre lo solicitó a Sidi Ifni se lo denegaron por ser hija de quien era”. Fue gracias a unos militares amigos de la familia que consiguió este documento.

Con mucho esfuerzo económico Armonía Lobo inscribió a su hija en la Alianza Francesa ya que no quería que fuera formada en el sistema educativo español del momento, dominado por la religión y la Falange. Más tarde, cursó el Bachillerato Superior en una academia privada de un colectivo de profesores republicanos que habían sido expulsados de la docencia pública por el franquismo. La viuda de Jesús Moreno logró así que su hija recibiera una formación mixta y laica “en unos años tan duros”, cuenta orgullosa Silvia Barcelón.

Iyo asegura que siempre vivió con la verdad. Su madre en todo momento le contó quién era su padre y por qué lo habían asesinado. Armonía Lobo se volvió a casar años más tarde y tuvo más hijos. Se negó siempre a que su marido adoptara a la hija de su primer matrimonio, incluso ante los problemas para conseguir su partida de nacimiento.

“Siempre escuché a mi madre decir que ojalá supiese donde estaba mi padre enterrado”, asegura Iyo. Considera que, de haber sabido dónde estaban los restos mortales de Jesús Moreno habría llevado flores siempre que le fuera posible. En los años 80 Armonía viajó a Canarias, donde echó unas flores al mar en señal de recuerdo por su marido fusilado.

Existen indicios de que los militares y civiles fusilados aquel mes de octubre de 1936 en Las Palmas de Gran Canaria fueran trasladados a la fosa común del cementerio de Vegueta, donde fueron recordados en un homenaje en 2016. El Cabildo de la isla ha agilizado recientemente el proyecto de exhumación de esta fosa común y expertos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria están elaborando un estudio para lograr este fin. Otro de los puntos donde fueron arrojadas víctimas del franquismo en la Isla es la Sima de Jinámar, un tubo volcánico de 80 metros de longitud. La Corporación Insular también se ha comprometido en estudiar su exhumación.

Iyo está dispuesta a hacerse las pruebas de ADN que permitan cotejar la identidad de los restos mortales que se encuentran en estos puntos y poder cerrar este ciclo de la historia. Tanto ella como su hija Silvia consideran que es importante trabajar en la dignificación de las víctimas, que se conozca su historia para que acontecimientos tan atroces como estos no se vuelvan a repetir.

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