Un año sin jugar con su grupo de edad: la COVID segregó más al alumnado con necesidades educativas especiales

Campaña de familias por la no discriminación de los menores con necesidades educativas especiales.

Jennifer Jiménez

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“Muchos niños y niñas del aula enclave cuando tienen Educación Física con el resto de estudiantes de su misma edad, lo viven como una fiesta”. Así resume Rosa Delia Jiménez, vicepresidenta de Fapa Galdós, qué significa para el alumnado con necesidades educativas especiales los momentos en los que se reencuentra con compañeros y compañeras con los que en muchas ocasiones empezaron la etapa de Infantil, pero de quienes se fueron separando de algunas asignaturas a medida que avanzaba Primaria por tener otro ritmo y otras circunstancias para el aprendizaje. Antes de la pandemia, por lo general, estos estudiantes (con situaciones muy diversas) debían recibir algunas clases como Educación Física o Música con su grupo de edad y el resto en las llamadas aulas enclave, que se adaptan a su ritmo y que están compuestas por unas cinco personas. La pandemia obligó a que se creasen grupos burbuja en las escuelas como medida de contención del virus, pero este protocolo ha impedido que los menores se mezclen entre sí, provocando una mayor segregación para estos niños y niñas. Este es el segundo curso que llevan sin jugar con otros estudiantes de su edad y sin incorporarse a otras actividades en sus respectivos centros. 

El director general de Ordenación, Innovación y Calidad de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, Gregorio Cabrera, ha explicado a ahora.plus que acaba de firmar una instrucción que será remitida a los centros educativos con el fin de que se lleve a cabo el retorno del alumnado con estas necesidades a las actividades del centro que puedan realizar de forma conjunta con el resto de estudiantes de su edad. El objetivo es “retornar a la inclusividad al máximo”, asegura Cabrera, que admite que la COVID ha hecho que este alumnado quede más separado. Sí recuerda que las situaciones no son homogéneas y que hay quienes pueden integrarse con menos dificultad que otros.  

Las familias consideran que estos estudiantes han estado históricamente “en segundo plano” y afirman que han tenido que pelear constantemente por recursos para sus hijos e hijas. “Si no lo hacemos nosotras, ¿quién lo va a hacer?” pregunta Rosa Delia Jiménez, que añade que no todos los centros funcionan por igual, pero los problemas de segregación se sufrían incluso antes de la pandemia, aunque  ahora se han agravado. Una lucha histórica de las familias es que todos los municipios de Canarias cuenten con aulas enclave. Estos espacios están compuestos por un docente que se ha especializado en psicopedagogía terapéutica además de auxiliares para atender al alumnado que lo requiera, por ejemplo, si tuviera una discapacidad motórica. Explica que hay menores que comenzaron la Educación Infantil con un grupo de compañeros y compañeras, pero que a medida que han ido subiendo de etapa educativa han tenido que integrarse a esas aulas. Ahora, no entienden por qué no comparten espacio con sus amigos de siempre. 

Otras luchas históricas 

Rosa Delia Jiménez explica que para la conciliación familiar y laboral se hacen aún más complicadas las situaciones a las que se enfrentan muchos de estos menores. Entre otras cuestiones, menciona el servicio de comedor escolar, en el que el alumnado de aulas enclave históricamente no se ha encontrado integrado con el resto de grupos. El director de Ordenación señala que el comedor forma parte de la etapa de aprendizaje de estos menores y que la normativa señala que se trata de “contenido pedagógico”, por ello, apunta que es más complicado gestionar la integración aunque asegura que está dispuesto a estudiar fórmulas. La vicepresidenta de Fapa Galdós remarca que hay estudiantes que son autónomos a la hora de comer y que no comprenden esta separación del resto de grupos. “Imagínate dos hermanos, que uno vaya a aula enclave y otro no y no puedan comer juntos”, apunta. El alumnado de estas aulas, además, termina antes que el resto al tener incluido el comedor en el horario lectivo, algo que considera que empeora las posibilidades de conciliación y recuerda que los cuidados suelen recaer en las mujeres y conlleva a que tengan que dejar sus trabajos. La propuesta es que se estudie caso por caso ya que las realidades son diversas. 

La también presidenta de la asociación de ampas Fanuesca, de la comarca de Santa Lucía de Tirajana, puntualiza que el servicio de comedor para el resto del alumnado se desarrolla en las dos horas siguientes a la salida del centro. Sin embargo, las familias de aulas enclave, a pesar de que abonan según sus rentas el servicio complementario de comedor al igual que el resto, no pueden disponer de las mismas dos horas de margen que el resto ya que este servicio se integra dentro de las horas lectivas. Esta preocupación al igual que la imposibilidad de acceder al mismo tiempo que otros alumnos y alumnas de su edad al recreo y socializar fue expuesta en una reciente reunión al director general de Ordenación por parte de Jiménez junto al presidente de Fapa Galdós, Sergio de la Fe. 

Ambos señalaron que mientras el alumnado que se encuentra en aula enclave permanece en dicho grupo burbuja, hay profesores de materias específicas como Educación Física que sí rompen con dicho grupo de convivencia para impartir clases a otros estudiantes. Así mismo, en ese encuentro pusieron de manifiesto las diferencias que consideran que se realizan en el acceso a los centros, ya que los estudiantes con necesidades específicas muchas veces lo hacen “por puertas traseras y en horarios distintos”. Sobre el transporte escolar, que en ocasiones aseguran que es compartido por varios colegios, “hay alumnos que pasan casi tres horas en la guagua desde que salen del colegio hasta que llegan a sus casas”, denuncian los portavoces Fapa Galdós, que engloba a las ampas de Gran Canaria. 

Gregorio Cabrera insiste en que la máxima es que el alumnado se integre en la vida del centro en la medida de lo posible y que así se expresa en la nueva instrucción que llega tras el protocolo anticovid. Las reivindicaciones que expusieron los representantes de las familias en esa reunión Cabrera estima que fueron “razonables”. Así mismo, afirma que el presupuesto para los estudiantes con estas necesidades específicas educativas se ha incrementado este año. Para la contratación de personal para los cuidados o auxiliares de enfermería, entre otros, asegura que cuando llegó al cargo disponía de tres millones de euros y ahora de doce. Además, apunta que el número de profesionales de orientación que evalúa a este alumnado y aporta claves para su enseñanza también se ha incrementado. El director de Innovación y Ordenación remarca que es técnico, que lleva toda su vida en la administración y que en su etapa de inspector ya pedía más recursos para las aulas enclave. “Las he visitado y conozco las dificultades”, asegura, para añadir que paralelamente a este aumento de recursos también se está produciendo un incremento en el número de estudiantes que requieren de esta atención. Explica que, por ejemplo, en un colegio de Tenerife este curso se han diagnosticado ocho menores de la etapa de Infantil con trastorno del espectro autista. 

Rosa Delia Pérez, por su parte, valora este incremento de presupuesto, pero agrega que hay “cosas que se pueden hacer y que no requieren de dinero” y un ejemplo de ello asegura que es integrar al alumnado con estas necesidades las horas que correspondan con el resto de compañeros y compañeras. “Les levanta la autoestima y el ánimo” y asegura que es fundamental para que socialicen y que se trabajen las emociones. Esta madre también insiste en que para las aulas enclave vinculadas a los institutos se debe diseñar un programa educativo para el tránsito no sólo a la vida adulta, sino también a la vida laboral y para ello ve imprescindible aumentar la oferta de Formación Profesional Adaptada. 

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