Del Astrofísico hasta Arabia
El investigador del IAC Juan Antonio Belmonte ha realizado el primer estudio arqueoastronómico de cientos de tumbas del pueblo de Magan, una enigmática civilización que habitó hace 5.000 años en el desierto de Arabia, en los actuales Omán y Emiratos Árabes Unidos.
El pueblo de Magan, desconocido para el gran público pero “muy sugerente”, ocupó esta parte de la Península Arábiga en torno al 3.000 antes de Cristo y su existencia se conoce por las fuentes escritas sumerias, explica a Efe Juan Antonio Belmonte, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias especializado en arqueoastronomía.
De Magán provenía el cobre del que se surtía el resto de pueblos mesopotámicos para, junto con el estaño de Anatolia, fabricar el bronce de sus armas, detalla el investigador.
Esta cultura no es conocida popularmente como el resto de grandes pueblos mesopotámicos que, sin embargo, no habrían podido existir sin el comercio con Magan, pues se piensa que de allí, aparte del cobre, provenía también la madera.
De hecho, estudios de paleopolen demuestran que las montañas de Omán estuvieron pobladas antiguamente por bosques, luego desaparecidos por la explotación de las minas y la necesidad de fundición.
De aquel paisaje tan diferente al actual perviven las montañas con oasis en las que se sitúan las minas de cobre, y de allí surgieron estas civilizaciones que construían grandes fortalezas de piedra con necrópolis asociadas.
Son precisamente las necrópolis el objetivo de la investigación realizada por el científico español junto al también arqueastrónomo César González, autores del estudio que sobre Magan ha aceptado para su publicación la revista “Mediterranean Archaeology and Archaeometry”.
Parte de estas necrópolis han sido excavadas por arqueólogos e incluso algunas, como la de Bat en Omán, son Patrimonio de la Humanidad, pero nunca se había realizado un estudio arqueoastronómico de las casi mil tumbas de Magan.
Sin embargo, Juan Antonio Belmonte constató al llegar allí que la mayor parte están derruidas y es imposible medirlas. De las casi 300 tumbas visitadas, sólo un centenar mantenían unas condiciones adecuadas para el trabajo de campo.
Las tumbas son de dos tipos, las llamadas “Hafit”, el mismo nombre que la montaña en la que se descubrieron en el Emirato de Abu Dhabi, y que también se denominan “tumbas colmena” porque son estructuras de piedra con un acceso similares a los habitáculos de las abejas, y que son las que peor estado de conservación presentan.
Posteriormente el pueblo de Magan desarrolló un tipo de tumba más evolucionada, la “Umm el-Nar”, el lugar de la capital de Abu Dhabi en la que se encontró la primera necrópolis de esta clase.
En este caso se trata de tumbas ciclópeas construidas con piedras de mayor tamaño pero, señala el astrónomo, precisamente al tener mayor calidad resultan “muy tentadoras” para el expolio.
Belmonte realizó mediciones en cuatro necrópolis, de las que casi un centenar de tumbas correspondían al período “Hafit” y el resto a las ciclópeas.
Las tumbas “Hafit” son familiares y podían acoger a varias personas de una misma familia, mientras que las ciclópeas son colectivas sin necesidad de parentesco y en algunos casos pudieron albergar centenares de enterramientos en su interior.
Estas últimas están ornamentadas con grabados de animales y personas y algunas, con serpientes en las puertas de acceso.
Asociadas a las tumbas se ha encontrado cerámica y producción ornamental con motivos astrales, como rosetas y estrellas de múltiples puntas.
Estas tumbas y los cimientos de torres fortaleza es el único vestigio que queda de la civilización de Magan, detalla Juan Antonio Belmonte, además de restos de canalizaciones de agua para el riego en los oasis, un antecesor de los sistemas de irrigación que luego llevaron los árabes al resto del mundo, incluida España.
De su estudio el arqueoastrónomo deduce que parecen existir patrones de orientación que, en el caso de las tumbas Hafit, estarían relacionadas con la visión del creciente lunar al poniente en épocas determinadas.
Las tumbas ciclópeas estarían “claramente orientadas” según las direcciones cardinales pero se desconoce exactamente la razón.
El investigador tiene para ello varias hipótesis y una sería la relevancia de Canopo, la segunda estrella más brillante del cielo.
Las tumbas ornamentadas con serpientes están orientadas hacia el Norte, lo que podría estar relacionado con la constelación del Dragón, que es visible en este punto cardinal.
Una tercera hipótesis que maneja Belmonte es la orientación de las tumbas según los elementos celestes más visibles, al Sol o a la Luna.
Además el astrónomo apunta otra hipótesis, según la cual la estructura interna de las tumbas ciclópeas se asemeja al creciente lunar, pues su interior es blanco, circular y la división de muros y habitaciones recuerda al disco lunar con los mares y sistemas montañosos centrales.
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