Los helicópteros contra incendios forestales han apagado 18 conatos en Gran Canaria durante este año

Los helicópteros contra incendios forestales son efectivos en un primer ataque al fuego en “más del 90 % de los conatos”, que se pueden apagar en un primer momento con una respuesta rápida, como ha ocurrido en 18 ocasiones en Gran Canaria a lo largo del año 2020. El director de la unidad helitransportada de la isla, Javier Pardo, ha explicado este lunes en el mirador de los Pinos de Gáldar que estos equipos se encargan de atender desde el avistamiento de columna de humo, mandar las imágenes al Centro de Coordinación Operativa Insular (Cecopin) con un primer reconocimiento y evaluación de los conatos para ejercer un ataque inicial al fuego.

Responder con rapidez, cuando muchos de los incendios aún son de pequeñas dimensiones, hace que la intervención del helicóptero tenga “gran éxito y aumente las posibilidades de hacerse con el fuego”. Durante este año han sido detectados 18 conatos que fueron apagados en este primer ataque.

Además de este trabajo, desde el helicóptero se tiene una “posición privilegiada del incendio y se puede hacer una previsión del potencial”, que ya auguraba gran incendio forestal en el caso de las llamas avistadas en agosto de 2019 tanto en Artenara como en Valleseco. “Ya en un primer momento avisamos del potencial de ambos”, ya que la zona “tiene mucho combustible, la meteorología no ayuda y son zonas complejas”, por lo que era previsible que “iba a ser un incendio de muy rápida propagación”. En ambos casos, el primer ataque se orientó a “contener, ya que el helicóptero no se puede acercar”.

El helicóptero “es la mejor herramienta en Canarias por la orografía y la posibilidad de maniobrar”, ya que puede hacer “descargas más localizadas y entrar en zonas más confinadas” mientras el hidroavión, ha explicado, “está limitado a zonas altas de crestas y terrenos llanos” aunque “puede hacer grandes descargas de agua”.

Estas descargas se deben “consolidar en tierra”, ha recordado Javier Campo, un trabajo que realizan las unidades de Medio Ambiente del Cabildo, Presa y Bravo.

El jefe de sector y agente de Medio Ambiente Francisco Ascanio es uno de los que se encargan de coordinar esta labor, que resulta “compleja”, ya que requiere “un gran esfuerzo físico y psicológico para los efectivos”. Las unidades “hacen un trabajo ejemplar físico y psicológico, ya que no solo se lucha contra el fuego, sino también contra la fatiga”, especialmente en el caso de incendios de varios días o seguidos uno de otro, como fue el caso de los incendios forestales de agosto de 2019 en Gran Canaria.

A nivel físico en estas situaciones “los agentes hacen una labor encomiable” y también desde el punto de vista más humano, ya que se unen “sentimientos como la euforia, la tristeza, la ira en ocasiones, e incluso el miedo”. Para Ascanio, es importante que “la sociedad entienda que los agentes son seres humanos con emociones”, que también “tienen miedo de no volver a casa y sufren el temor al fracaso, por ejemplo”, más aún en momentos en los que llega el cansancio y la saturación. En los incendios del pasado año, “las noches eran muy complicadas”, como por ejemplo en La Culata, Tejeda, ha recordado.

La estrategia “salió bien” en aquellas noches y el fuego pudo ser controlado, por lo que los equipos pudieron ir cambiando de zonas y sectores según el avance del fuego. Por su parte, el jefe de Emergencias del Cabildo, Federico Grillo, ha recordado que en ambos incendios tuvieron que evacuar a 10.000 vecinos, principalmente de los municipios del norte y centro de la isla.

Son “grandes movimientos de personas”, que van acompañados de “un drama” porque son personas que “abandonan sus hogares y es una situación muy compleja en logística y a nivel humano”. En estas evacuaciones, resulta “muy importante la labor de los ayuntamientos” en el desalojo y realojo de los vecinos, de los agentes, así como de Cruz Roja y Protección Civil, entre otras unidades.