El joven lanzaroteño que decidió gastar 20.000 euros en patentar un sistema contra los orines en la vía pública
Rubén José Almeida estaba cansado de tener que limpiar los orines que aparecían tras las fiestas rodeando al bar que regentaba en Puerto del Carmen. Los humanos guardan semejanza con los animales cuando la vejiga aprieta y no hay un excusado cerca y, si bien unos marcan territorio, los otros buscan el punto menos visible para descargar, para desgracia del vecino o propietario que descubre el estropicio a la mañana siguiente.
A sus 32 años, este joven lanzaroteño decidió tomar cartas en el asunto y propuso a un grupo de ingenieros que desarrollaran un prototipo que detectara automáticamente la presencia de orina e hiciera retroceder al infractor, ya fuera rociándolo de agua o emitiendo sonidos de alarma o avisos ópticos.
Unos años después y con 20.000 euros invertidos por parte del dueño de la patente, Geosmina Systems es una realidad que busca llegar a las tiendas a través de una compañía nacional o internacional. “A ver si vale la pena gastar tanto dinero”, ironiza.
El sistema está compuesto, principalmente, por una unidad detectora con dos electrodos que, integrados en el suelo, forman un condensador cuya capacidad varía de forma sensible en presencia de orina. Puede instalarse en localizaciones puntuales o en grandes configuraciones, donde el condensador controle múltiples puntos.
Esta solución tecnológica discrimina los líquidos con los que entra en contacto para inhibir su funcionamiento, diferenciando el agua de lluvia de otros líquidos.
Rubén relata a Canarias Ahora que ha recibido ofertas y que de momento está negociando las condiciones para que el detector pueda llegar a los comercios dentro de un año, con un precio que no superará los 300 euros y que será menor en función del modelo y de los complementos que tenga integrado cada aparato.
“Todo depende de si el aparato se coloca en una gran superficie o en un pequeño establecimiento”, caso este último en el precio podría bajar hasta los 60 euros.
Se trata del primer invento del lanzaroteño, cuyo prototipo está en fase de mejoras, como la disminución de su tamaño. Asegura que se puede colocar tanto por dentro, como por fuera de la vivienda y requiere un mantenimiento mínimo.
“Se le puede poner agua, alarmas ópticas, acústicas, pantallas, cámaras...lo que quieras”, explica. Rubén cree insuficientes las medidas actuales para evitar los orines de perro y considera que tampoco “se puede poner azufre” a los animales.
Una vez se ha dado a conocer, afirma que ha encontrado varios interesados en comprar el producto o la patente.
Hasta que eso ocurra, seguirá trabajando en una pizzería y contará con el apoyo de su familia, que según relata, no tenía conocimiento del invento. De hecho, asegura se enteró de la iniciativa a través de los medios de comunicación.
De momento no tiene pensado desarrollar más patentes, debido al gran desembolso incial que hay que hacer. “Siempre he estado inventando cosas y me gusta, llevarlo a cabo es más difícil de lo que pensaba”.